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lunes, 27 de diciembre de 2010

Parque Central Alberto Andrade Carmona

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Parque Central Alberto Andrade Carmona

Alberto Andrade supo formar equipos y liderarlos. Siempre estaba en comunicación con sus vecinos y con los medios de comunicación. Hablaba poco pero nunca enmudeció.
lunes, 27 de diciembre de 2010 - 46651 vistas
Alberto Andrade fue el mejor alcalde de Miraflores -1991/1995 - y de Lima (1996/2002).
Andrade inició la recuperación de Miraflores, distrito de clase media que había ingresado desde los 80 a una crisis que parecía irreversible: comercio callejero, prostitución clandestina e ilegal en todas las avenidas importantes del distrito; venta de contrabando en la vía pública; servicio de limpieza colapsado; transporte y tránsito inseguro y caótico;  parque central abandonado a los “pirañitas”, la delincuencia, los drogadictos, y a las ratas que aumentaban en número día a día. En Miraflores se había perdido por completo el principio de autoridad. La anomia era total. La mejor descripción de Miraflores de los 80, está expresada en “Avenida Larco” la canción de “Frágil”… ”Hoy es viernes sangriento, allí pronto habrá movimiento”.
A partir de 1991 lo descrito líneas arriba cambió radicalmente. Todo empezó con la recuperación del principio de autoridad y el liderazgo que permitió terminar con todas las manifestaciones de la decadencia. Se hizo obra pública y se fortaleció el capital social y humano. En seis años de gobierno Miraflores cambió. La obra visible: transformación total del Parque Central de Miraflores, modernización del Centro Cultural Ricardo Palma, construcción del Complejo Deportivo Niño Héroe Manuel Bonilla. En suma, recuperación de todos los espacios públicos: parques, avenidas y calles.
Restablecido el principio de autoridad, se logró que los espacios públicos volvieran a ser territorios de los vecinos. Se puso fin a la prostitución en las calles; se terminó el contrabando en todas las esquinas; se organizó el comercio informal de la vía pública y se le dignificó. Se cambió el concepto del político de grandes discursos vacíos o del de “hechos y no palabras”. Andrade hablaba, tenía un discurso político que se expresaba en transformaciones reales. No era el político de cháchara ni el político mudo que no tiene nada que decir porque su corazón está vacío. Andrade nunca fue ni un “pavo real”, ni “figureti”, ni cobarde que callaba ante los que abusaban del poder. Todo lo contrario. Fue aliado leal de la democracia y de los demócratas por ello apoyó a Jorge Santisteban de Noriega y a Valentín Paniagua en una acción que no fue espontánea sino pensada y protagonizada con valor y valores. Me refiero a la respuesta que le dio en el Canal 4 secuestrado por el fujimontesinismo a Nicolás Lúcar. Repito, ese acto real y simbólico, fue analizado, pensado y protagonizado por Alberto Andrade sin dudas ni cálculos politiqueros.
Alberto Andrade era amante de la cultura peruana pero especialmente de la música criolla. Para afianzar lo nuestro, creó anfiteatros en los parques y promovió la música criolla; los concursos anuales de marinera; la Feria del Libro, los matrimonios comunitarios en el Parque del Amor. La obra física de Andrade fue enorme. Él no gustaba inaugurar las obras. Consideraba inútil hacerlo y simplemente una vez que una obra terminaba, ésta se ponía al servicio de la comunidad.
Una de las obras más importantes y por las que recibió ataques arteros de seres mediocre fue la promoción de la inversión privada, una de cuyas obras más importantes fue LarcoMar. Politicastros, “candidatos” y “candidatas” financiados por el fujimontesinismo quisieron crearle la imagen de corrupto por LarcoMar. En el Congreso aprobaron una falsa comisión investigadora que intentó hacer escándalo cuando todo estaba en orden. Se crearon micro partidos distritales solamente para atacarlo pero nunca lograron derrotarlo porque se encontraron con un líder de carácter, es decir, un líder de principios y valores. La idea vulgar de una persona de carácter es aquella que “grita” o habla a fuerte. Esa es la descripción de una persona pusilánime e insegura. Un líder de carácter no camina como un pavo real ni era gritón ni de mal carácter. Andrade era sencillo, agradable en el trato y nunca gritó a nadie. Era firme en sus propósitos. Se trazaba una meta y la cumplía. Sabía trabajar en equipo.
Pero, tal vez uno de los aspectos  más importante su gestión fue la lucha contra el terrorismo y el fujimontesinismo. Durante la peor ofensiva del terrorismo en contra de los vecinos de Lima y de Miraflores -que para los terroristas de SL y del MRTA era un símbolo de una clase media luchadora- Alberto Andrade actuó con valentía y entereza cuando los atentados terroristas golpeaban diariamente a los vecinos, accionar que llegó al colmo de la insanía con el atentado a Tarata que segó vidas, destruyo hogares y causó profundo dolor al Perú y al mundo. Alberto, estuvo en ese momento en la alcaldía de Miraflores. Salió de inmediato a la calle Tarata a apoyar, socorrer, ayudar y alentar a los vecinos.  Convocó a las Marchas por la Paz que se sucedieron año tras año en Miraflores, movilizaciones que comenzaron una semana después del cruel atentado a Tarata y que se hizo de la mano de los vecinos de Villa El Salvador que habían sufrido el asesinato de María Elena Moyano. “Villa y Miraflores, unidos por la paz” fue el gritó que unió a los vecinos de Lima. Fue la respuesta inmediata, no esperada ni por el fujimorismo ni por el terrorismo. Más tarde luchó para que la dictadura de entonces apoyara con créditos de bajos intereses a los vecinos de Tarata.
En enero de 1993, fueron las elecciones municipales que debían haberse realizado en octubre del 1992 pero que fueron postergadas por Fujimori/Montesinos luego de su autogolpe de Estado del 5 de abril de ese año. En esas elecciones Alberto Andrade ganó con el 93.5 % de los votos, resultado jamás obtenido por autoridad alguna en el Perú. Pero, algo que no se ha difundido, es que esa votación fue resultado del apoyo de los vecinos de menores recursos de Miraflores por los que tenía especial preocupación. El barrio de Santa Cruz se sintió representando por Andrade. La enorme obra social dese los programas de salud, educación, comedores populares, panadería, albergues para los niños, consultorios psicológicos, apoyo a los adultos mayores, además del apoyo a la participación ciudadana.
Alberto Andrade supo formar equipos y liderarlos. Siempre estaba en comunicación con sus vecinos y con los medios de comunicación. Hablaba poco pero nunca enmudeció. Siempre respeto a la gente… pero, sobre todo, a su hogar. Su familia nuclear, su esposa e hijos, siempre estuvieron por encima de todo.
Estas notas no examinan la obra de Alberto Andrade en Lima que significó un cambio total en el nuevo curso de la capital del Perú. Sólo pondré un ejemplo. El presupuesto de Lima del año 1996 era de 280 millones de soles. En el año 2010 ha sido de alrededor de 1800 millones de soles sin considerar las inversiones directas del gobierno central en Lima. Lima en los siete años del Gobierno de Alberto Andrade recibió seis veces menos recursos del gobierno central. Recibió además el sabotaje diario de Fujimori/Montesinos que como él decía estaban unidos como hermanos siameses por el corazón, el cerebro y la billetera. En una ciudad que tenía el presupuesto que hoy día  se acerca al del distrito, Alberto Andrade empezó la recuperación irreversible de Lima, recuperó las calles que habían sido tomadas por casi cuarenta años por decenas de miles de grandes comerciantes de la vía pública. Recuperó el Centro Histórico, los Barrios Altos, el Parque de la Reserva, el Parque de la Exposición. Inició la participación ciudadana y con los escasos recursos empezó la recuperación del corazón de la ciudad y de los barrios pobres. Lejos de quejarse, creó el Sistema de Administración Tributaria (SAT) y programas sociales con los que se apoyó a los comerciantes reubicados, a las mujeres en los programas en los que se difundió los fines de semana la gastronomía criolla-popular de calidad.
Alquiló una casa en la calle Ucayali en la que estuvo siete años dando el ejemplo de trabajo por la ciudad. Al terminar su gobierno, Lima era otra ciudad que había dado pasos decisivos en la recuperación de su antiguo esplendor. Se recuperó la Plaza de Armas, la Plaza San Martín, la Plaza Italia, Buenos Aires y la Alameda Chabuca Grande, entre tantas otras.  Lo hizo con muy pocos recursos. Lo logró con trabajo, creatividad, liderazgo de carácter y gran amor por la ciudad. Lima hoy es otra. Sin embargo, la mezquindad hizo que sus obras fueran maquilladas con alguna pequeña inversión y vueltas a “inaugurar”, reemplazándose las placas recordatorias por unas nuevas en las que el nombre de Alberto Andrade desaparecía y era reemplazado por la autoridad vigente. ¡Qué miseria moral! Igual ocurrió con el Paseo de la Calle Tarata de las que se retiró la placa con su nombre para reemplazar hasta dos veces por los nuevos alcaldes en una conducta mezquina que los describe perfectamente en su pequeñez moral. Los que eso hacían no sabían ni sabe que a Alberto eso no le interesaban esas pequeñeces porque no padecía ni de megalomanía ni de egolatría, enfermedades tan comunes en los políticos que no tienen vocación de servicio ni amor por el país. El amor por Lima o por el país lo confunden con “obsesión” y el deseo normal de reconocimiento por la obra realizada es sustituido por  resentimiento y un complejo adánico por el cual nada se hizo antes de ellos. Indigencia moral, simplemente.
En Lima, Alberto Andrade actuó con lealtad a la ciudad que amó. Hizo obra sin recursos. Actuó con valentía y entereza moral, pese al desgraciado sabotaje de la dupla del mal en el poder: Fujimori/Montesinos. Andrade nadó contra la corriente. No supo del apoyo gubernamental. Fue generoso en su obra. Siempre reconoció la labor de Bedoya o de Barrantes. Pero no se sometió a la dictadura corrupta ni trabajo por el sátrapa. Nunca se sintió encima ni debajo de nadie.
Deseo recordar que Alberto Andrade, nunca gustó de ceremonias ni de los reconocimientos. Era sencillo y de noble carácter. Era, además, una persona leal, noble, agradecida y que jamás guardó rencores.
Las nuevas autoridades que a partir de enero comenzarán sus labores en nombre de Somos Perú en los distritos de Lima y del país, deberían esforzarse por actuar de acuerdo a sus enseñanzas. Andrade jamás actuó con mezquindad. Siempre consideró que era un honor ser alcalde. Cuando las cosas eran difíciles sonreía y cantaba: “Que triste es mi vida, llora que llora, llora…”. Reía sin lanzar invectivas. Prefería el silencio. Solamente comentaba con muy pocas personas lo que realmente pensaba de aquellos que aprovechaban de Somos Perú y de la actividad política que para él era un noble servicio. Algo más, siempre recibió a todos, no le cerró la puerta a nadie y siempre supo escuchar pese a las enormes responsabilidades.
Muchos treparon a Somos Lima y Somos Perú creación de Alberto Andrade. Hoy algunos que lo negaron y afirmaron que eran “independientes” de Somos Perú -pues eran aliados y proveedores de Fujimori y Montesinos- deberían tener el algo de mesura y abstenerse  y no mentir al afirmar que son de Somos Perú porque nunca lo fueron y mucho menos cuando Andrade los necesitaba en la defensa de Lima y de la democracia.
El nuevo gobierno municipal de Miraflores que empezará en enero del año 2011, tiene un deber moral con Alberto Andrade Carmona. El nuevo alcalde de Mihraflores, Jorge Muñoz, es una persona sensata  y agradecida, que estoy seguro actuará lealmente y sabrá reconocer la obra de Alberto Andrade. Por ende, tomará las decisiones que harán justicia con el mejor alcalde de Miraflores y de Lima del siglo pasado.
Alberto Andrade era un amante de Miraflores, de Lima y del país. Por ello, en el nuevo gobierno municipal de Miraflores, debería tomar la decisión de cambiar el nombre al Parque Central de Miraflores por el de Parque Central Alberto Andrade Camona.   Sería lo justo y, con ello, los viejos y los nuevos miraflorinos recordarán al alcalde que le dedicó los mejores años de su vida a su amado Miraflores, a Lima y al país.
* Asesor de Alberto Andrade (1990 – 2002). Asesor político y fundador con Alberto Andrade de Somos Lima y del Partido Democrático Somos Perú.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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