Gobierno Municipal de San Juan de Lurigancho: La feudalización de la política
La propuesta de hacer de SJL una provincia o un distrito de régimen especial es asumida desde una posición que en lugar de unir busca separar.
miércoles, 27 de abril de 2011 - 44514 vistas
El execrable conflicto entre el alcalde de San Juan de Lurigancho (SJL) señor Carlos Burgos y Susana Villarán, alcaldesa de Lima, es un ejemplo de lo que no puede ocurrir en un sistema democrático. El diálogo, basado en el respeto a los procedimientos, a las formas, a las leyes y, por sobre todo, a la autoridad elegida democrática, debe imponerse por encima de cualquier discrepancia política. El uso de la diatriba y los improperios como “argumentos” descalifica al autor de los mismos.
No es la primera vez que Carlos Burgos ha actuado provocando conflictos. En la campaña electoral municipal del 2010, utilizó al serenazgo de SJL como guardia pretoriana para impedir que se realizara un mitin del candidato Mauricio Rabanal cuando Carlos Burgos era candidato de Cambio Radical (CR). Lourdes Flores denunció la violencia antidemocrática de Burgos. Sin embargo, Carlos Burgos, pocas semanas más tarde, renuncia a CR y se incorpora al PPC de Lourdes Flores. Ubicado, nuevamente, en Unidad Nacional, las nuevas víctimas fueron los candidatos de todos los partidos que competían con UN. Se usó el serenazgo de SJL para impedir mítines, propaganda electoral y para presionar a los vecinos a fin de que retiren toda publicidad ubicada, incluso, en sus viviendas.
Conocidos los resultados electorales, Carlos Burgos, reorienta sus intereses e impide el funcionamiento del Hospital de Solidaridad de SJL, que había estado funcionando en el distrito. Los argumentos fueron los mismos de hoy con la particularidad que esta vez se trataría de un espacio del ex Parque Zonal Wiracocha, que fue, veinte años atrás, un relleno sanitario. El afán de Carlos Burgos, era el de promover un sistema distrital de salud en SJL. En la lógica del alcalde pareciera que la acción violenta del serenazgo es la única forma de diálogo. Armados de cascos, escudos y contundentes varas, esta guardia que debería servir al vecino se convierte en forma práctica en una guardia personal.
La propuesta de hacer de SJL una provincia o un distrito de régimen especial es asumida desde una posición que en lugar de unir busca separar. SJL puede ser una provincia o un distrito de régimen especial si es que se realiza una reforma integral de la organización del Gobierno de Lima, que desde hace dos décadas, por lo menos, requiere una norma que le permita a la Municipalidad Metropolitana asumir cabalmente las competencias y funciones de Región y, simultáneamente, dar paso a una centralización de las municipalidades distritales en entidades provinciales de Lima Sur, Norte, Lima, Centro y SJL que planifiquen el desarrollo de los ex conos de Lima, ya que hoy la gran mayoría de las municipalidades vecinas gobiernan sus territorios unas de espaldas a otras en una suerte de feudalismo extremo. No hay planificación en el tránsito, en el transporte ni en la vialidad; tampoco en un sistema de limpieza pública común y menos en seguridad ciudadana, que son temas básicos, además de la educación, salud, infraestructura, medio ambiente. Mucho menos hay planificación y coordinación en los programas sociales, en la lucha contra la pobreza, en la promoción del emprendimiento, entre otros temas. El caso extremo es el de las compras del Programa del Vaso de Leche por el cual todos los distritos hacen licitaciones particulares a diferentes costos, cuando compras coordinadas y planificadas permitirían abaratar costos y mejorar la calidad de los alimentos y de los programas.
Asumir la necesidad de un cambio estructural en la forma de organización del gobierno del territorio de Lima no es nada nuevo ni está dirigido a debilitar el liderazgo de la MMML. Los primeros trabajos sobre este tema los realizó la ONG Alternativa en Lima Norte. Sin embargo, una propuesta de esta naturaleza no ha sido formulada con el objetivo de feudalizar Lima sino con el objetivo de integrarla en una forma racional y consensuada de gobierno con el fin de mejorar la gobernabilidad y la gobernanza. Así es posible planificar concertar, centralizar en los temas y niveles señaladas con el fin de unir, integrar, sumar, usar adecuadamente los recursos a fin de producir sinergias que den paso a una etapa superior que termine con un municipalismo autárquico que va de espaldas a las necesidades de modernización de Lima y que en los casos extremos, muestra un espíritu intolerante y una paupérrima formación política democrática. Un alcalde no puede actuar como un pequeño gamonal.
Mientras las grandes empresas invierten en los ex conos, asumiendo un mercado de millones de personas y coordinan con los alcaldes distritales, éstos no coordinan entre sí y actúan con poca predisposición a la planificación y complementación de las actividades. El desarrollo de Lima requiere, con urgencia mayores niveles de centralización.
Un verdadero espíritu descentralista, democrático, entiende que se trata de avanzar en importantes niveles de centralización que le dé un sentido, una identidad y objetivos a las vocaciones y características de cada una de las Limas (Norte, Sur, Este, Centro y SJL). El horizonte de Lima es el 2021. Una Lima democrática, moderna, avanzada, con gobiernos distritales que dialoguen, coordinen y se proyecten al futuro en beneficio de todos los ciudadanos.
Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com
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