A Susana Villarán, alcaldesa de Lima

El liderazgo de un alcalde exitoso es concreto, preciso. El alcalde moderno combina su visión política con una práctica gerencial. Todos vemos con preocupación la desaprobación a la gestión del Gobierno Municipal a diez meses de iniciada la gestión. Con la esperanza que las cosas mejoren para nuestra capital, escribo desde la experiencia que me fue dada tener en el gobierno municipal del Dr. Alberto Andrade.

Considero que es necesario evitar respuestas simples a la desaprobación, tales como que es consecuencia de una campaña de la “derecha”  (es cierto que hay algunos medios muy críticos, pero es inexistente una campaña mediática. Alberto Andrade, alcalde de 1996 al 2002, soportó, la mayor parte de su gobierno, una incesante campaña de demolición y terrorismo de imagen. Pese a ello, su promedio de aprobación anduvo por el 70%. En democracia es muy difícil demoler a un Gobierno o a un político. En una dictadura mafiosa, sí.
 
Tampoco es argumento consistente que el Gobierno Municipal carece de los recursos que Lima necesita. Durante el Gobierno Municipal de Ricardo Belmont, Alberto Fujimori, a través del D.L.776  le quita a Lima ingresos superiores a los 200 millones de soles anuales.  Andrade gobierna durante la recesión (1996 – 2001). El presupuesto municipal anual de Lima en ese período era de 240 millones de soles, sin  embargo se mejoraron los servicios y se inició la recuperación del Centro Histórico virreinal y republicano más importante de América del Sur. Hoy, ese maravilloso espacio urbano que nos da identidad, está nuevamente, invadido por el comercio informal y otras actividades ilegales que le quitan prestancia, alejan a los turistas, afectan a los negocios y destruyen lo que debería recuperarse y ponerse en valor. Hoy el presupuesto municipal de Lima cuenta con 1200 millones de soles anuales.
 
Es imposible sostener con seriedad que la oposición en el Concejo Provincial impide  gobernar. La Ley de Elecciones y la Ley Orgánica de Municipalidades le otorgan mayoría automática al que gana las elecciones.
 
Esos argumentos (falta de presupuesto y oposición)  hay que descartarlos. Probaré ofrecer una explicación con el fin de entender el problema y abrir un espacio para la búsqueda de soluciones para nuestra capital.
 
El liderazgo de un alcalde exitoso es concreto, preciso. El alcalde moderno combina su visión política con una práctica gerencial. Los ciudadanos de todo el mundo quieren ver a sus alcaldes resolviendo los problemas concretos de sus ciudades, los problemas que los afectan. Por ello, es fundamental tener claridad en los temas, la agenda y los escenarios. Algo más: desde el primer día en el poder se manda un mensaje claro para todos, porque se abandonan la camiseta y el símbolo partidario para trabajar en beneficio de todos.
 
Por ser la municipalidad el escalón democrático más cercano al ciudadano, el alcalde lidera los temas de la ciudad, y tiene claro que no ha sido elegido para debatir con sus opositores, ni con el presidente de la república, los obispos, los políticos de los otros partidos. El alcalde exitoso tiene precisa la agenda que  coincidirá con las percepciones mayoritarias de los ciudadanos. Así temas importantes pero que responden a una agenda dispersa tan diversa como la “zona rosa”, la “ordenanza gay” entre otros deben ser programados en el momento adecuado con el fin de tratarlos con altura. El alcalde no puede declarar sobre todos los temas. Disciplinadamente debe ceñirse a un mensaje. Es recomendable hablar  poco y hacer mucho. Más acciones menos palabras.
 
El alcalde lidera un grupo gerentes y funcionarios que trabaja con decenas de otros equipos que tienen objetivos, metas, estrategia general común y que desarrollan acciones con rapidez, eficacia y eficiencia. Andrade le llamaba “equipo que trabaja bien… y rápido”. Esos equipos de gerentes trabajaban por objetivos y proyectos con sentido práctico y capacidad para resolver problemas. Es preciso hacer la revolución de las gerencias. El político moderno combina capacidad política con gerencial. En el pasado han quedado las formas ideológicas, doctrinarias y asambleístas de gobierno.
 
Es importante recordar que con liderazgo y escasos recursos se inició la recuperación del Centro Histórico que había colapsado por la falta de liderazgo y autoridad. Hoy vemos con preocupación que decenas de miles de ambulantes que están de regreso. Con liderazgo se liberó amplias zonas de la inseguridad y se promovió la inversión pequeña, mediana y grande. Se apoyó, por ejemplo, a las mujeres empresarias en los Festivales del Sabor y a decenas de miles de comerciantes informales que se formalizaron en sus propios centros comerciales. Con liderazgo renació Lima.
 
Definido el concepto y el liderazgo, es ineludible tratar los temas relacionados con la propuesta concreta de Gobierno. Los grandes problemas de la ciudad derivan de una ciudad policéntrica en la que la gran mayoría está formada por vecinos emergentes, familias que trabajan por el progreso. Las necesidades de Lima emergente (Sur, Norte, Este y Centro) son precisas: mayor calidad de vida. Ellos requieren, en forma inmediata, muros de contención, escaleras, pistas, veredas, infraestructura, equipamiento, mobiliario urbano, asuntos que sólo son posibles al ”sembrar cemento”, frase satanizada pero que implica la posibilidad de mejorar la calidad de vida. No es malo “sembrar cemento”. Lo malo es hacerlo cobrando “comisiones” o con obras de mala calidad, como las pistas “descartables” o hacer sólo eso sin construir ciudadanía. Ponerle un muro de contención, construir una escalera o una pista, le cambia la vida a la gente. Un AAHH se convierte en un espacio amable que además de mejorar la calidad de vida, dignifica y eleva la autoestima de la personas. En este asunto hay de por medio prioridades y estrategias. Invertir 250 millones en la Costa Verde (playa La Herradura incluida con once millones de soles de inversión) es una opción respetable pero lejana a la opción preferencial por los pobres.
 
Una Costa Verde para todos y de gran calidad, es posible con inversión privada y también pública, pero principalmente con la primera. No está en la mente de nadie privatizar las playas. De lo que se trata es que la inversión privada financie “playas para todos” lo que permitiría liberar recursos que se pueden destinar a Lima emergente, al Centro Histórico y a las zonas pobres de El Cercado.
 
Simultáneamente es preciso abordar los grandes problemas de la ciudad, los que deben permitir concertar con técnicos de experiencia y trayectoria en las distintas gerencias y en el IMP.
 
Algo más, en el Gobierno Municipal de Alberto Andrade, se crea la CEPRI municipal para canalizar hacia los grandes proyectos de la capital la inversión privada. Es preciso fortalecer la CEPRI. Como toda gran ciudad Lima necesita competir por la inversión y superar a ciudades como Quito, Santiago, Guayaquil, Bogotá, entre otras.
 
Es preciso unir tradición y modernidad. Recuperar Lima prehispánica, virreinal y republicana. En la modernización es indispensable el Metro subterráneo con el que cuentan las grandes ciudades de menor historia y prestigio. Si hoy no se inician los estudios para el Metro éste no se construirá nunca, lo que perpetuará el caos en nuestra ciudad.  Un gran proyecto como el del Metro implica concertar con el Gobierno Nacional y con el sector privado. Pero el Metro de Lima debe liderarlo Lima. Esa es la gran solución al problema del transporte. Mientras tanto, el Metropolitano debe continuar pero con una propuesta menos costosa y de más rápida ejecución.
 
Finalmente, es necesario establecer otra forma de relación con la oposición en el Concejo Provincial y en Lima Metropolitana. Fuerza Social no ganó ninguna alcaldía distrital. La mayoría es del PPC, de Solidaridad Nacional, SP y de otros partidos. Es indispensable, ya que usted dice ser seguidora del pensamiento de Alfonso Barrantes, establecer una amplia política de concertación en el Concejo. Durante el Gobierno Municipal de IU se concertó con el PPC, el PAP y otros partidos. Es necesario cambiar la estrategia política. Recuerde que FS gana las elecciones con una diferencia muy pequeña.
 
Entonces, por el bien de Lima, especialmente de la ciudad emergente, se requiere un análisis, una revisión serena en su Gobierno Municipal con el fin de que se recupere el liderazgo, se replanteen las políticas y Lima vuelva a ser el ejemplo en el que se miran los alcaldes de todo el país.  Lima debe competir con otras ciudades de América del Sur por atraer inversiones, turistas, eventos internacionales que generen empleo. Se puede retomar el camino y seguir avanzando en el sueño de ser una gran ciudad, la más importante del Pacífico de América del Sur. Los que amamos Lima, deseamos eso de todo corazón.

 

 

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