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sábado, 2 de junio de 2012

Comunicación Política (II) : Los conceptos

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Comunicación Política (II) : Los conceptos

En nuestro país y en las regiones, pequeños partidos totalitarios usan la propaganda y la agitación para alcanzar sus fines tácticos no importando si con la agitación de mentiras o medias verdades se genera violencia y muerte.
sábado, 2 de junio de 2012 - 42341 vistas
La comunicación política está determinada por las teorías, los conceptos y la práctica de los actores políticos. Existe una comunicación política de los sistemas totalitarios, de los autoritarios -no todo autoritarismo es totalitario- y de las distintas prácticas en el sistema democrático. Hay una comunicación política totalitaria, autoritaria y democrática.
 
Los totalitarios eliminan la libertad como concepto y como práctica, y, por ende, la libertad de conciencia y de pensamiento. Existe un pensamiento correcto y otro equivocado. El Estado y el partido poseen la verdad, son portavoces de la “línea correcta”. El Estado dueño de la verdad tiene una filosofía e impone el pensamiento único porque los demás son equivocados, contrarrevolucionarios o pertenecen a clases o pueblos inferiores. Los que están fuera de esas ideas “correctas” están fuera de la historia, hay que “reeducarlos” y aislarlos; si no corrigen, es una necesidad histórica perseguirlos hasta eliminarlos pues son un obstáculo para que el partido o el Estado logren sus fines.
 
A lo largo de la historia ha habido distintos sistemas totalitarios. El totalitarismo al eliminar el concepto mismo de libertad -para el comunista Lenin “la libertad es un prejuicio pequeño burgués”- suprime la libertad  de conciencia y de pensamiento; por ende, la posibilidad de discrepar,  discutir y debatir razonablemente. Se establece una verdad emanada del líder, del partido y del Estado. Tanto comunistas, como nazis y fascistas establecieron una política por la cual el partido y su líder supremo son dueños de la verdad. Lenin sostenía que “el partido es el actor consciente de un proceso inconsciente”. Esa consciencia se encarnaba en el líder máximo del partido que en el totalitarismo es el líder hacedor de la historia en nombre del “proletariado” que, en el siglo pasado estaba representado por Lenin, Stalin, Mao, Fidel Castro o “el pensamiento Gonzalo”. En el totalitarismo el “líder”, “el duce”, el “führer”, “el hombre de acero”, el “farol rojo”, “el pensamiento Gonzalo”, “el compañero jefe”,  “el pensamiento Mao” representan la verdad histórica a la que hay que subordinarse. En el caso del pensamiento de Hitler, él era el único supremo intérprete del pueblo alemán destinado a dominar el mundo, empezando una historia milenaria desde cero. Si había alguna lealtad era al führer por encima de la lealtad al Estado o al país.  Para Hitler, el pueblo alemán debía derrotar a las razas inferiores representadas, personificadas en el pueblo judío, considerado el mayor obstáculo para el crecimiento, expansión y consolidación alemana en el mundo. Hitler abominó de la libertad y de la democracia liberal e, igualmente, impuso un pensamiento único, eliminando la posibilidad de otro pensamiento, idea, propuesta, organización o proyecto político.
 
Los totalitarios como dueños de la verdad, establecen una comunicación vertical -del poder hacia abajo- pues no tienen por qué consultar ni dialogar ya que son los poseedores y creadores de la verdad, que reside en el proletariado o en “el pueblo” del cual ellos son los únicos y acertados intérpretes. La comunicación determinada por una verdad poseída  por un líder genial, único, histórico, casi sobre humano, una suerte de súper hombre, buscará difundir las ideas del líder supremo a través de la propaganda. No se trata de persuadir a través de mensajes por medio de la razón o de la argumentación. Se trata de repetir incansablemente, las ideas del líder y del partido entre “las masas” hasta imponerlas.
 
La comunicación es autoritaria, única, centralizada, concentrada, organizada en un aparato político del partido o del Estado que estudiará cuáles son las ideas a propagar, cómo y cuándo o a qué enemigos e ideas liquidar; se considerará que el pueblo es un “papel en blanco” sobre el cual se puede escribir lo que se pretenda. De otro lado, en tanto las ideas de los “adversarios” son falsas, se usarán todos los métodos para derrotarlas porque alejan al pueblo de su papel en la historia ya que el “pueblo” o “las masas” son manipulables. “Miente, miente que algo queda” es el camino supremo. Se trata de repetir una mentira hasta convertirla en una “verdad”. Eso sucedió con la idea sobre los judíos a los que se les consideró parásitos, delincuentes, ladrones, anti-alemanes, etc. Igual ocurrió con el comunismo para el cual el burgués, el pequeño burgués, el intelectual o el artista, e incluso el que dentro de sus filas discrepaba, era considerado un “revisionista”, “liquidacionista”, “traidor” al pensamiento del líder o de la nación. La propaganda estaba en manos de un grupo de expertos que interpretaban y difundían el pensamiento. Las ideas, en el pensamiento totalitario, tienen que ser instrumentos para la toma del poder. En el totalitarismo el fin justifica los medios. En el poder, se organizó a un grupo de profesionales cuyo fin era estudiar las formas de manipular “a las masas”.
 
La comunicación totalitaria usa la agitación, destinada a buscar movilizar a la gente en forma inmediata. A diferencia de la propaganda que busca la difusión e imposición de un conjunto de ideas, en la agitación se trata de aprovechar una situación, una circunstancia, un momento o un hecho para enardecer a la gente con el fin de que ésta se movilice de acuerdo a lo que “agitan” los agitadores, buscando la violencia, la acción irracional, la confrontación pues la violencia es el camino para lograr los objetivos. El agitador apela a la emoción, promueve el odio, el miedo; manipula las circunstancias para lograr la acción irracional con el fin de producir un enfrentamiento, una respuesta violenta de las “masas”. Los organizadores de los movimientos totalitarios formaron, capacitaron a  agitadores en el arte y la técnica de la agitación. Formaron “oradores” con conocimientos técnicos suficientes para lograr la movilización de “las masas”. La agitación, entonces, busca la acción irracional, emocional, azuzando la acción violenta de la gente con el fin de enfrentar y destruir “el sistema”.
 
El totalitarismo se fundamenta en el pensamiento único tanto antes de tomar el poder como después,  lo que en la historia condujo a la eliminación de todo tipo de oposición o discrepancia.  En los partidos totalitarios, antes del poder, no existe “libertad de crítica” dentro del partido pues existe ya un pensamiento único y una “jefatura”. Una vez en el poder, el pensamiento único busca la eliminación de todo pensamiento opositor. El método es la persecución y la eliminación de los que piensan diferente porque son un obstáculo, “gusanos”, “contrarrevolucionarios” que hay que eliminar.
 
En términos comunicacionales se trata de una propuesta intolerante que usa el Estado para promover, difundir y agitar el pensamiento y la verdad única. Entre nazis y comunistas se apeló a la prensa escrita, a la radio y al cine como medios de comunicación para imponer verticalmente sus ideas, atacando, persiguiendo y mintiendo sobre sus adversarios. En la radio se usa la palabra con una carga emocional excepcional. En el cine, las imágenes, muchas veces de alta calidad, filmadas y escogidas, buscan exaltar los triunfos del líder y del pueblo, mostrándolo invencible, grande, trascendente. Se usa el lenguaje cinematográfico para presentar al líder como todopoderoso, como un hombre probo, invencible, fuerte, inteligente, irresistible. En la prensa impresa, igualmente, las fotografías con manipuladas, el ángulo de cámara busca presentar al dirigente como un ser gigantesco, optimista, bondadoso.
 
La diferencia entre una dictadura totalitaria y una dictadura no totalitaria reside en que la segunda no elimina el concepto mismo de libertad sino que persigue “a sus enemigos” y busca controlar las libertades, declarándole la guerra a la prensa, a los periodistas a los que acusa de no decir la verdad. La mayoría de los dictadores no totalitarios, no se creen los dueños de la verdad ni sostienen un pensamiento único. Simplemente consideran que para resolver los problemas se requiere un “gobierno fuerte” que se imponga violando las leyes. En este caso, se espía a los competidores, se utiliza el poder del Estado, se busca someter a los medios existentes a través de la compra la línea informativa o de la publicidad estatal.  También se promueve otros medios de comunicación “amigos” y se usan los medios estatales para difundir las acciones del gobierno, intentando someter a los que discrepan o a los opositores. No hay un pensamiento único, partido único, líder único ni organización única.
 
La comunicación política en un régimen autoritario se caracteriza, entonces, por el control del Estado, el control de la información, la corrupción de los competidores e incluso, en casos extremos, su eliminación.  En los regímenes autoritarios se usa el “terrorismo de imagen” para destruir a los competidores, se compra ya no los medios pero sí la línea editorial; se busca corromper a los periodistas y, muchas veces, en concertación oculta se promueve el “linchamiento mediático” de los opositores. Se usa métodos como los rumores, las cortinas de humo, el engaño y las mentiras para lograr un objetivo táctico La comunicación autoritaria tiende a descalificar a los adversarios y a controlar indirectamente a los medios. Entre los totalitarios y autoritarios la idea estratégica que los moviliza es que “el fin justifica los medios” a diferencia de las propuestas democráticas por las cuales “los medios justifican el fin”.
 
En nuestro país y en las regiones, pequeños partidos totalitarios usan la propaganda y la agitación para alcanzar sus fines tácticos no importando si con la agitación de mentiras o medias verdades se genera violencia y muerte. Ese, ese el objetivo oculto, desestabilizar a los gobiernos democráticos y destruir/desgastar el sistema democrático. Es un imperativo estar alertas porque en la “guerra política” los totalitarios se valen de todos los medios.  (Continuará).

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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