Cajamarca: Oro, agua, violencia y muerte
miércoles, 4 de julio de 2012 - 42530 vistas
Existe una estrategia, un libreto que explica la violencia y las muertes en Cajamarca, Cusco, Piura y en otras regiones del país. ¿Por qué miles de personas intentan tomar, saquear y quemar el local de la Municipalidad Provincial de Celendín y, semanas antes, intentaron tomar las instalaciones de la empresa minera Xstrata, se enfrentaron lanzando piedras --como terribles proyectiles-- con huaracas que causaron más de setenta heridos entre los policías, quemaron un automóvil de la Fiscalía, asaltaron a Fiscal, lo vejaron, le quitaron los zapatos, lo secuestraron y lo obligaron a caminar descalzo --le sustrajeron los zapatos-- en medio de la helada y agreste puna. ¿Qué conduce a los pobladores de lugares tan distantes como Cusco y Cajamarca a actuar con semejante odio y violencia?
En Cajamarca y en Cusco existe un conflicto con empresas mineras dedicadas a la extracción de oro y de cobre, paralelamente. En ambas regiones, existen problemas ambientales resultado de prácticas de los últimos veinte años en los que el poco interés por la gente y el medio ambiente trajo como consecuencia frustración social y la contaminación de ríos y tierras dedicadas a actividades agrícolas y pecuarias. En ambos lugares, las empresas han presentado proyectos para ampliar la explotación minera. En Cajamarca el proyecto Conga. En Espinar, una nueva mina porque la actual de Tintaya está agotando sus reservas. En los dos casos, las nuevas inversiones son enormes: 4800 millones de dólares en Cajamarca, más de 1000 millones en Espinar. En las dos regiones se dará empleo y se pagarán impuestos que adecuadamente invertidos ayudarán en la lucha contra la pobreza. En Cajamarca, el consorcio minero es rechazado por una actitud soberbia y una pésima comunicación con las comunidades y el entorno social. En Cusco, la empresa Xstrata ha heredado los pasivos de Tintaya cuando fue empresa privada de otro grupo empresarial y también, empresa pública. En ambos casos la desconfianza y el resentimiento de los pueblos salta a la vista, de la misma forma que en otros lugares del país frente a la explotación minera. En Cajamarca ha habido soberbia, deplorable comunicación de la empresa y una inexcusable política consistente en convertir todo problema social en una interpretación “subversiva”, consecuencia de una patética asesoría en seguridad.
En los dos casos, las empresas Yanacocha y Xstrata, sostienen que están de acuerdo con los cambios exigidos por el Gobierno del Presidente Ollanta Humala, que ha expresado que su gobierno propone una nueva política minera, una “nueva minería”. En cuanto a uno de los propietarios y voceros del proyecto Conga -Roque Benavides-, Ollanta Humala le ha exigido más humildad, menos soberbia. En el caso de Xstrata, todos los especialistas sostienen que se trata de una de las empresas mineras que cuenta con adecuadas políticas sociales, una práctica de respeto a la comunidad y una actitud de respeto extremo cuidado y respeto al medio ambiente.
En los dos casos, la violencia ha estallado de manera brutal, con muertos, heridos, paralizaciones con coacción a la gente, lenguaje y acciones agresivas, violentas y una crispación creciente que sólo se calma luego de la explosión de ataques, muertes y la declaratoria del Estado de Emergencia.
¿Pero qué más hay de común en estos dos escenarios?
En Cajamarca, la acción antiminera está dirigida por el Gobierno Regional de Cajamarca y su presidente Gregorio Santos, ex profesor, ex rondero, ex dirigente sindical del SUTEP y dirigente del Partido Comunista del Perú Patria Roja, que ha creado el Frente de Defensa de los Intereses del Pueblo de Cajamarca, el partido Movimiento de Afirmación Social (MAS) que reemplaza a los anteriores UNIR y MNI. Santos ha lanzado su candidatura a la presidencia de la república en medio del conflicto Conga y, como parte de su estrategia, ha exigido que se convoque a un Congreso Constituyente que apruebe una nueva constitución. Además, en Cajamarca, comparten la conducción de la lucha antiminera el ex sacerdote de la Iglesia Católica Marco Arana que ha inscrito su partido Justicia y Libertad, enemigo público de la empresa minera Yanacocha que lo espió, fotografió, grabó en video e hizo seguimientos y campañas de desprestigio contra él desde empresas de seguridad privadas vinculadas a integrantes del Servicio de Inteligencia de la Marina. A la acción de los anteriores se suma Wilfredo Saavedra, ex terrorista del MRTA y actual dirigente del partido Patria Libre, que es uno de los rostros de los ex militantes del MRTA dedicados como Santos y Arana a la lucha antiminera, anticapitalista y a una forma extremista de defensa del medio ambiente que es calificada como eco-fascista, que no es coherente con las políticas y la práctica comunista sobre el tema que fueron los regímenes más contaminantes del planeta.
En Cusco, el presidente regional es un nacionalista prudente y el alcalde de Espinar, Óscar Mollohuanca, es militante y dirigente local de Tierra y Libertad, el pequeño micro-partido socialista formado por Marisa Glave, regidora de la Municipalidad provincial de Lima, por funcionarios de ONGs y por algunos profesores universitarios. En Espinar el Frente de Defensa está dirigido por militantes del MOVADEF, -organismo autogenerado por el Partido Comunista del Perú/Sendero Luminoso, fundado por Abimael Guzmán que ha decidido participar en la “lucha de masas” en esta nueva etapa para acumular fuerzas y reiniciar en algún momento la “guerra revolucionaria”. El MOVADEF en Cusco está dirigiendo la huelga del SUTEP, de la misma forma que en Ayacucho, Puno y otras provincias con acciones violentas “de masas”, disputándole la dirección política a Patria Roja, bajo la consigna de “reconstituir y reorientar el SUTEP” hacia un mayor radicalismo violento.
Frente a la política de Ollanta Humala que expresó durante la campaña electoral presidencial una política antiminera, los dirigentes de los partidos políticos lo han llamado traidor a sus promesas y le exigen coherencia y, por ende, que cierre la posibilidad a la explotación minera de Conga. No aceptan y no le perdonan los ultraizquierdistas a Ollanta Humala el nuevo trato con la minería, tampoco el peritaje independiente de expertos internacionales, ni el hecho de que se haya logrado que la empresa minera Conga se proponga construir reservorios que garanticen el agua y que los estudios demuestren que las lagunas tienen aguas contaminadas, que son muy pequeñas, tienen un valor simbólico y que pueden ser reemplazadas por los reservorios que la empresa ha aceptado construir aún antes de que se dé inicio a la explotación de la mina.
En Espinar, luego de los cruentos sucesos, el encarcelamiento y liberación de Oscar Mollohuanca por el Poder Judicial, se ha iniciado el diálogo, se ha levantado el Estado de Emergencia y las Mesas de Diálogo están avanzando en su instalación, conocimiento e información sobre los temas. El lenguaje se ha calmado, la crispación ha disminuido y las actividades mineras, comerciales y agropecuarias se han reanudado en calma.
¿Por qué en Cajamarca no hay solución? Porque la respuesta de los dirigentes marxistas-leninistas de Cajamarca, en lucha por la “línea correcta” -esta es una de las características del marxismo-leninismo que busca imponer su verdad como la “línea correcta”, proletaria, que conduce a la victoria de los pueblos- es de mayor radicalización con el fin de “desenmascarar” a los otros por conciliadores y traidores. En la confrontación entre extremistas el que conduce la acción es el más radical y violento, que atacará a los otros calificándolos de “traidores”, “conciliadores”, “reformistas” y/o “revisionistas” (del marxismo). En esta algarada radical, se busca conducir a las “masas” hacia un enfrentamiento cada vez mayor, escalando la violencia. El tema ambiental, minero o de defensa de los intereses del pueblo ha pasado a segundo plano. Lo que interesa es quién es más radical, quién capitaliza mejor el descontento de la gente, quién capta más gente a su partido, quién fortalece más su organización política y, en vista de las próximas elecciones, quién gana más simpatizantes a la candidatura presidencial. En Cajamarca hay dos candidatos a la presidencia de la república, Santos y Arana, porque Wilfredo Saavedra de Patria Libre el nuevo rostro del MRTA no cree, por ahora, en las elecciones. Cree en la acción violenta de las masas y, por ahora, no expresa su alineamiento a la estrategia del ALBA de agudizar las contradicciones, acumular fuerzas a través de la acción violenta de los pueblos movilizados.
Los dirigentes políticos ultraizquierdistas en Cajamarca han jugado con los intereses de la gente. Dejando de lado los problemas verdaderos de Cajamarca: pobreza, desnutrición crónica, carencia de infraestructura, falta de servicios de saneamiento -agua y desagüe- electricidad, carreteras, pistas, atención de salud, entre tantos otros; han preferido declararle la guerra a la minería y a la política de Ollanta Humala que ha propuesto una nueva minería en el Perú que concilie la explotación de los recursos con la preservación del medio ambiente, un mayor pago de impuestos por las empresas y una mejora sustantiva en las políticas sociales. Todo esto no es escuchado y se han priorizado los intereses políticos e ideológicos, por encima de la gente. La tesis de los de Patria Libre es la del MRTA: sin lucha no hay victorias y toda transacción es una traición. Lo coherente es victoria o muerte o Patria o Muerte, como hicieron en la casa del Embajador del Japón cuando “lucharon” hasta salir todos muertos o como hicieron en el sindicato de la empresa CROMOTEX dirigido por el ex secuestrador del MRTA -Cerpa Cartolini- que tomó la fábrica de la Carretera Central en Lima y luchó hasta la muerte de siete personas, un capitán de la policía y seis obreros el 4 de febrero de 1979. Esa es la estrategia de Wilfredo Saavedra, Patria Libre, ex MRTA y discípulo de Cerpa Cartolini. Más de veinte años después el método es el mismo. Confrontación radical hasta las últimas consecuencias: vencer o morir, patria o muerte, tierra o muerte… Conga o muerte.
En Cajamarca, como en otras partes del país, se usa el viejo método leninista que busca convertir cada huelga en una acción de masas; éstas en acciones violentas, y la violencia en acciones pre-insurreccionales o insurreccionales en pos del poder, la asamblea constituyente surgida de “la acción de masas” y la elaboración de una nueva constitución política con la misma estrategia que llevó al poder a Evo Morales en Bolivia y Correa en Ecuador. El neo-comunismo no se detiene. Tiene recursos, dinero, cuadros políticos, apoyo internacional y, además, una estrategia, una plantilla común que ha dado resultado en países vecinos que, se piensa, debe dar resultados también en el Perú, sobre todo, después de la “traición” de Ollanta Humala. El vacío político dejado por Ollanta pretende ser cubierto y capitalizado por ellos.
En circunstancias que la economía mundial se desacelera, las exportaciones disminuyen y la economía peruana es afectada por un menor crecimiento, las asonadas de pequeños grupos comunistas son una forma de traición al país. Las huelgas del SUTEP en diferentes puntos del país, el intento de sabotaje al turismo en el Cusco y los próximos paros que anuncia la CGTP son fiel expresión de que lo que interesa a estos grupos es la lucha de masas, la movilización violenta, el sabotaje a la economía del país, en circunstancias que el Perú continúa creciendo y se requiere paz, diálogo, concertación, voluntad de entendimiento para continuar incorporando a cada vez más peruanos al desarrollo, la educación, mejora calidad de vida y al derecho a una vida feliz.
Se requiere una mayor consciencia y acción de los partidos democráticos para esclarecer, disputarles a los neo-comunistas la conducción del pueblo y del país. Se requiere nuevos liderazgos, partidos democráticos con líderes que salgan de las declaraciones tibias, que actúen en con la gente, que se vinculen a los pueblos y que los conduzcan al camino del desarrollo. Una democracia de gente débil, pusilánime, vanidosa, enamorada de escenarios tan mediocres, no ayudan al desarrollo del país. Los partidos democráticos deben entender que el país clama por nuevas élites democráticas, nuevos conductores con un práctica política creativa, inteligente, capaz de persuadir a la gente, de llegar a su mente y a sus corazones.
Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com
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