Lenin sostenía que socialista es aquel que reconoce que la lucha de clases conduce, inexorablemente, a la dictadura del proletariado y lucha por ese objetivo. A lo largo del siglo XX esta tesis se fue adaptando, según las circunstancias, a la cambiante realidad con el fin de acumular fuerzas. Se fue camuflando la idea originaria de la “dictadura del proletariado”, a la de la “dictadura democrática de obreros y campesinos”; luego a la de “un Gobierno Popular” (“obreros, campesinos, pequeño burgueses más sectores de la burguesía nacional”); luego al Gobierno de un Frente Amplio que una a todas las fuerzas “contra el imperialismo”, etc.
Luego del desplome del comunismo en el mundo, la izquierda dispersa de América Latina es convocada por Fidel Castro y Hugo Chávez que con sectores radicales del PT de Brasil organizan el Foro de Sao Paulo. Ellos elaboran la nueva estrategia que denominan el “Socialismo del siglo XXI”, que debe ser alcanzado, luego del fracaso de la lucha armada, participando en los procesos electorales de la “democracia burguesa”. Se esconde el objetivo máximo y se utiliza el nacionalismo, el antiimperialismo (la lucha “contra el imperio”) y el anti “neoliberalismo” (el anti-capitalismo). En el Perú a lo anterior se ha añadido un ecologismo extremista -eco-fascismo- por el cual se retrocede a cosmovisiones pre-modernas como el panteísmo que rinde culto a “la madre tierra”, las montañas (los apus), la coca como “hoja sagrada”, el agua, etc., en el afán anticapitalista.
Cuando se le pregunta al Partido Comunista del Perú-Patria Roja si el poder nace del fusil -como predicaban hasta hace poco- se escandalizan, sonríen y declaran que ellos son demócratas. Pero lo que no dicen es que su participación en los procesos electorales es sólo una estrategia que pretende usar los mecanismos de la “democracia burguesa” para destruirla desde adentro y construir el “Socialismo del Siglo XXI”.
Estas son las “nuevas” tesis de Patria Roja. Por ello manipulan los problemas sociales transformándolos en conflictos violentos. El objetivo es acumular fuerzas políticas, asediando al Estado a fin de conseguir adherentes a sus partidos, crear nuevas organizaciones de fachada (en los años 80, UNIR; en los 90, MNI; desde el 2011, MAS), participar en los procesos electorales y, si ganaran, convocar a una Asamblea Constituyente, que elabore la Constitución del “Socialismo del siglo XXI”.
El ejemplo es Venezuela, un gobierno autoritario que progresivamente va estatizando empresas, limitando las libertades, controlando todos los poderes del Estado, subordinando a las FFAA a una ideología, a un partido y a un caudillo. Se ataca a los partidos democráticos, a los gremios empresariales y a los opositores en un clima enrarecido de violencia y odio. Se han creado, además, “comunas” y “milicias” que están siendo armadas.
Esa estrategia no descarta que a través de movilizaciones masivas, asonadas, movimientos pre-insurreccionales o insurreccionales se derribe a un gobierno democrático, se instaure un Gobierno Provisional que convoque a una Asamblea Constituyente. El juego estratégico está definido. El táctico consiste avanzar, retroceder, victimizarse, agazaparse para desgastar y debilitar al Gobierno, al Estado y a sus instituciones y acumular fuerzas.