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Oswaldo Carpio

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miércoles, 12 de setiembre de 2012

Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso. Veinte años después. Neo-comunismo y neo-terrorismo

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Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso. Veinte años después. Neo-comunismo y neo-terrorismo

miércoles, 12 de setiembre de 2012 - 42468 vistas
A veinte años de la captura de Abimael Guzmán es preciso definir claramente qué es el comunismo y por qué lo que hizo “el presidente Gonzalo” fue llevar de manera consecuente o hasta las consecuencias finales, el ideario del marxismo-leninismo-maoísmo. Hoy, algunos comunistas criollos, sostienen que Abimael Guzmán fue “estalinista” y no “leninista” ya que Lenin habría sido un demócrata, cuando la realidad de la revolución rusa demostró en los hechos, guiada por la teoría “leninista”, que esta teoría conduce, inexorablemente, al establecimiento de una dictadura totalitaria que tomar el poder y mantenerse en él, usa el terrorismo como aspecto fundamental de su estrategia.
 
El comunismo no conduce a cualquier dictadura sino, repito, a una dictadura totalitaria que se sustenta en un régimen de terror, en la que se concentra todo el poder del Estado en un partido político que pone fuera de la ley a los demás; repito: centraliza y concentra todo el poder que delega en el comité central, éste en la comisión política o buró político y, finalmente, éste entrega el poder al secretario general o al presidente del partido. En el caso de Sendero Luminoso, al “presidente Gonzalo”, en Rusia a Lenin y luego a Stalin; en China a Mao; Enver Hoxa en Albania; Tito en Yugoslavia; en Cuba a Fidel y a Raúl Castro; en Corea a Kim-Il. Sung y luego a su hijo y a su nieto; en el caso de Camboya a Pol Pot y a tantos otros en las experiencias de países. En el Perú, han buscado convertir al joven escritor José Mariátegui en un comunista ortodoxo o a un promotor del terrorismo o a un comunista que buscaba hacer que la revolución en el Perú, “no fuera ni calco ni copia” y con esa frase que han convertido en un cliché crean un nuevo contrabando político. Pero, lo que no falta nunca es el culto a la personalidad y la ausencia de pensamiento crítico consigo mismos. José Mariátegui no podría creer hasta a dónde han evolucionado los comunistas criollos en el Perú en su contrabando ideológico.
 
Así ha sido en todos los partidos comunistas: el poder en manos del gran guía, farol rojo, el inmarcesible, el sendero luminoso, todo ello, enmarcado en un culto a la personalidad, en la subordinación reaccionaria a una persona, a su pensamiento, a sus ideas. “La sujeción” absoluta al pensamiento correcto, al pensamiento proletario, a las “ideas correctas”
 
En eso consistió la teoría de Lenin sobre el partido, al que construyó como un partido conspirativo, de carácter insurreccional que debía tomar el poder por la vía de las armas, haciendo uso de la violencia de las masas. La participación en los procesos democráticos eran simples tácticas o, en otros casos, estratagemas destinadas a engañar a las fuerzas democráticas, buscando ocultar sus verdaderos intereses y propósitos: la toma del poder por medio de la “violencia revolucionaria”. No admitir eso, es conciliar, contemporizar con una propuesta antidemocrática, incompatible con una sociedad civilizada.
 
El totalitarismo.
La propuesta del partido comunista del Perú-Sendero Luminoso, es en esencia la misma que la de Patria Roja y la de otros partidos comunistas en el Perú y en el mundo. Todos comparten la misma visión y la misma misión totalitaria.
En el siglo XX surgieron proyectos totalitarios como el fascismo en Italia y el nazismo en Alemania, que tuvieron variantes en España y  Portugal en el falangismo y el “salazarismo” que establecieron dictaduras de más de cuarenta años. En América Latina, la dictadura de los hermanos Castro en Cuba, es una variante del totalitarismo comunista, que permanece en el poder más de 52, sin convocar a elecciones, con partido único, prensa centralizada, economía centrada y concentrada en el poder del Estado. Los medios de producción, fábricas, comercio, minería, industria, servicios, todos centralizados en el Estado. En Cuba como fue antes en Rusia o en otros países comunistas, la propiedad ha sido cancelada durante más cincuenta años, las minorías que discrepan perseguidas por ser consideradas “contrarrevolucionarias” y en donde la intolerancia produjo que millones de cubanos salieran de la isla en búsqueda de libertad y progreso. Hasta hoy no existe libertad para abandonar Cuba, se trata a los ciudadanos como menores de edad. Salir de Cuba es para los totalitarios en el poder, “traición a la patria socialista”.
 
El totalitarismo cancela el concepto mismo de la libertad.
Para un régimen totalitario comunista como a un nazi, la libertad es un obstáculo, un problema que hay que eliminar en la búsqueda del ideal de la “sociedad sin clases”. En el caso de un partido, todos deben subordinarse al secretario general o al “presidente” del partido.  Lenin, en sus escritos, criticaba a los partidos socialdemócratas porque en ellos se abogaba o defendía la libertad de crítica, es decir, el libre ejercicio de los dirigentes y militantes de expresar sus puntos de vista, debatir, polemizar. Para Lenin, la libertad de crítica era un concepto burgués que había que eliminar. El partido debía seguir una sola línea política, la línea correcta o línea proletaria, que él representaba o encarnaba. De esta manera, instaurando su dictadura personal en el partido, aplastando el espacio para la crítica, Lenin se rodea de un grupo de incondicionales dogmáticos y mesiánicos  iluminados, poseedores de la verdad, de la “línea correcta” para realizar la revolución proletaria. Lenin, en el debate con sus críticos, estable la idea de que la “libertad es un prejuicio pequeño-burgués”. En otras palabras, lo que es la esencia y principio fundamental de la existencia humana y de la democracia, la libertad, para Lenin es un obstáculo, un problema que hay que resolver, eliminándolo. Por ello es que producida la revolución rusa en febrero de 1917 con el establecimiento de la democracia, Lenin al que los comunistas criollos le rinden culto, instalado en Rusia con la colaboración de gobierno de Alemania que estaba en guerra con Rusia; Lenin se dedica a sabotear la revolución democrática y prepara sus fuerzas políticas para dar un golpe de estado contra la revolución, la que logra en octubre de 1917, estableciendo la dictadura de su partido, al que ya había cambiado de nombre, de partido socialdemócrata ruso a partido comunista ruso para marcar la diferencia en su propuesta totalitaria de tomar el poder y establecer una dictadura en Rusia que fue y es modelo para los pocos pero activos neocomunistas en el mundo. A través de una insurrección de obreros y campesinos dirigida por el nuevo partido comunista, se toma el poder y se instaura el gobierno de los soviets, que eran como una suerte de frentes de defensa de los intereses del pueblo. Organizaciones supuestamente democráticas autogeneradas por el partido comunista de Lenin. Una vez en el poder, esta minoría que toma el poder por las armas, establece un régimen de terror para consolidarse en el poder, régimen de terror de estado que permaneció a lo largo de 70 años.
 
El terror es consustancial a la instauración de un régimen comunista.
Los comunistas en Rusia, que son una minoría exigua, implantan el terror para mantenerse en el poder, llenan las cárceles de presos, crean los campos de concentración en Siberia, en los que llegan desterrados cientos de miles de opositores condenados a “trabajos forzados” en donde van a morir. Se concentra todo el poder en el partido que controla en forma absoluta el Estado, se elimina la independencia de poderes y se establecen los “procesos” por los cuales se juzga, en “juicios populares”, a todos los opositores a los que se condena, de antemano, en base a infamias construidas por los propios jefes del partido que los juzgan.
En el proceso de consolidación de la revolución, de ejercicio de la dictadura del proletariado, que es ejercida por el partido, todos los partidos opositores han sido ilegalizados, criminalizados, perseguidos, exterminados y sus líderes, encarcelados, juzgados y muertos o condenados a morir en esos campos de concentración. Así se ilegalizó y eliminó a todos los partidos, quedando como único, el partido comunista.
Esa fue la metodología comunista en todos los países en los que instaló la dictadura y el régimen de terror, sin excepción. Así fue en Camboya, China, Cuba y en los países de Europa Central y del Este, que cayeron bajo el dominio del comunismo ruso. De estos regímenes solo quedan en el mundo Corea del Norte y Cuba. En Venezuela, un gobernante de pensamiento totalitario como Hugo Chávez, pretende, haciendo uso de la democracia, destruirla para ir implantando un régimen comunista. Por ello amenaza de que si ganara las elecciones el candidato democrático se abrirá en Venezuela, paso el peligro de una guerra civil.
 
La experiencia del comunismo internacional es la misma que la de Sendero Luminoso.
El camino de la insurrección, de la guerra de guerrillas, de la guerra popular prolongada son variantes dentro de un mismo objetivo estratégico: instaurar una “dictadura democrática del gobierno de obreros y campesinos”, dictadura dirigida por el partido comunista.
En este fin-final del comunismo que supuestamente establece una dictadura para avanzar a la sociedad sin clases en donde no existan explotados ni explotadores, todas las variantes estratégicas y tácticas son útiles. Se puede participar en procesos electorales, se puede buscar ganar las elecciones en la sociedad democrática pero todo ello con el objetivo táctico de acumular fuerzas políticas, desgastar al gobierno y al Estado promoviendo conflictos o extremándolos, buscando “agudizar las contradicciones de la sociedad burguesa”.
La estrategia comunista en el campo sindical busca convertir los sindicatos en escuelas de comunismo y a las luchas sindicales en “escuelas de guerra”. Para ellos las luchas de masas son fundamentales pues se trata de que en el fragor del combate, en la acción violenta en la que se bloquea carreteras, se destruya la propiedad pública y privada, se oriente al pueblo a la acción y se incorpore simpatizantes y militantes al partido.
 
Mesianismo sectario totalitario.
El partido comunista del Perú – Sendero Luminoso o el Partido Comunista del Perú – Patria Roja y otras variantes del comunismo, comparten la misma ideología. Unos son más violentos que los otros, unos son más sectarios que los otros, otros “privilegian” –ese es su lenguaje- la violencia por encima de la “acción de masas”. Unos son más dogmáticos que otros, pero comparten la misma tesis totalitaria: la búsqueda de la dictadura democrática de obreros y campesinos, la construcción de una sociedad sin clases, “sin explotados ni explotadores”, en la que el partido controla absolutamente todo. El Estado se pone al servicio del partido y es dirigido por éste.
Los comunistas, se sienten dueños de la verdad porque el “marxismo-leninismo” en sus diferentes versiones es una “verdad universal”, una ciencia que les permite interpretar adecuadamente la realidad. Ellos, los comunistas, se consideran los “actores conscientes de un proceso inconsciente”. Ellos son los únicos conscientes. Los demás viven la pre-historia. La historia comienza con ellos.
Estos dueños de la verdad, estos nuevos mesías salvadores de los pobres como el ex sacerdote Marco Arana; poseedores todos ellos del secreto de la existencia humana, promotores de la violencia y otras tácticas para tomar el poder, utilizan las luchas democráticas de los pueblos para convertirlas en luchas antidemocráticas y anticapitalistas, pues, es obvio, su discurso anti neo-liberal en realidad pretende ocultar su rechazo a la economía de mercado, a la labor de los emprendedores, a la inversión y a la labor de las empresas. Todo lo que sirva para destruir el capitalismo e instaurar la utopía reaccionaria del “comunismo” es utilizado. Este mesianismo, esta creencia de que podrán conseguir un nuevo mundo, un nuevo Perú, una nueva Lima, una nueva sociedad, un nuevo arte, una nueva cultura, una nueva vida, los conduce a acciones autodestructivas en las que se sienten héroes, perseguidos, incomprendidos. Desde Cuba, se promovió “la creación del hombre del siglo XXI” o del “hombre nuevo”. Ya abandonaron esa idea reaccionaria, dogmática y sectaria. Lo que han creado es personas sumisas al poder omnímodo de los “lideres” históricos.
 
La conciliación con el totalitarismo comunista y su método terrorista.
En el Perú se sostiene que derrotar al terrorismo comunista requiere debatir con ellos. Esa es una versión sesgada. A los terroristas no les interesa debatir o si debaten es para hacer propaganda a sus ideas. Ellos tienen un plan antidemocrático como parte de su estrategia que es muy rígida pero tácticamente son mentirosos, dedicados a engañar a la gente, afirmando aquello en lo que no creen. A los terroristas armados y a los que construyen organizaciones clandestinas para “acumular fuerzas” para la confrontación violenta, que crean organismos de fachada u organismos “autogenerados” que buscan captar jóvenes incautos no se les combate con “debates”. Se les combate con la ley, la vigencia del Estado de Derecho y, si actúan con violencia como ocurre hoy, con la fuerza del Estado y de la ley. La sociedad y el Estado deben defenderse.
 
La defensa de los derechos civiles y humanos.
Los derechos civiles y los humanos, son una conquista de la sociedad democrática que jamás fueron respetados por los regímenes totalitarios nazi, fascista o comunista. Los comunistas siempre argumentaron que el comunismo no es un humanismo, que el comunismo responde a leyes científicas como leyes de la naturaleza, que conducen inexorablemente a la dictadura del proletariado y a la destrucción de la sociedad burguesa. Por ende, para ellos no existen derechos humanos universales. Los derechos de las personas están subordinados a los intereses del estado comunista y su permanencia en el poder. Los más grandes violadores de los derechos humanos han sido los regímenes totalitarios.
Los comunistas en el Perú han utilizado la defensa de los derechos humanos que son derechos conquistados en la lucha contra las dictaduras y los totalitarismos como si fueran conquistas comunistas. Es todo lo contrario. Ni en Rusia, China, Cuba, Corea del Norte ni en ningún país comunista se respetó, jamás, derechos humanos elementales como la libertad y, dentro de ella, la liberad de movimiento, la de consciencia, la de pensamiento, la de difusión de las ideas, la de organización independiente del Estado.
El comunismo de Sendero Luminoso y sus variantes, por su visión y misión totalitaria son una amenaza para el desarrollo de la sociedad peruana, la democracia, la economía de mercado, los emprendedores y el camino creado por ellos que busca construir un país de personas libres, capaces de hacer uso de su libertad, para desarrollar sus capacidades, crear empresa, producir bienes y servicios, crear su propio empleo, generar riqueza y crecer. Se trata del crecimiento de sus familias y del país.
 
El comunismo, mesiánico y sectario, criminal porque usa el terrorismo como camino para instaurar su dictadura, es una amenaza hoy, luego de la captura de Abimael Guzmán. Hoy, los comunistas, se reagrupan y a través de los Frentes de Defensa y del control de determinados sindicatos y organizaciones, pretenden volver a imponer sus ideologías fracasadas, poniendo a prueba los demócratas y ciudadanos libres.
El Perú ya derrotó al comunismo totalitario. No permitamos que vuelva a reagruparse y a desplegar sus estrategias que buscan desgastar a la sociedad y al Estado peruanos, acumulando fuerzas en sus propósitos de tomar el poder e instaurar con la falsedad de sus métodos, un “gobierno democrático de izquierda”. Estamos advertidos, el neo-comunismo y el neo-terrorismo intentan volver a implantarse en el Perú. Cuentan con la colaboración de los tontos útiles, los compañeros de ruta, los que les hacen el juego, los que desde sus tribunas “rosadas” cohonestan las tácticas comunistas-totalitarias.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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