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jueves, 20 de diciembre de 2012

Lima y sus distritos ciudades estresadas

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Lima y sus distritos ciudades estresadas

jueves, 20 de diciembre de 2012 - 40154 vistas
Los estudios demuestran que no sólo los seres humanos se estresan. Existe el stress hídrico, del medio ambiente, de las instituciones, de los deportistas, de los artistas y, también de los animales, entre otros ¿Se estresan las ciudades? Si. Lima y la mayoría de sus distritos sufren un permanente stress desde hace décadas. ¿Por qué? Porque los que gobiernan son personas improvisadas que llegan sin planes de gobierno ni especialistas. Ganan las elecciones y una vez en el gobierno se rodean de sus amigos.
 
Las ciudades, creaciones humanas, son el reflejo de lo que somos. En el siglo XXI el 80% de los peruanos habita en algún tipo de ciudad y la tendencia es hacia el 90% de personas viviendo en ciudades que es uno de los rasgos de la postmodernidad. Esa tendencia, es ¿adecuada o inadecuada? Es una tendencia mundial irreversible. En algunos países de Europa el 90 por ciento de los ciudadanos mora en ciudades. China -el país que posee las más altas tasas de crecimiento en el mundo- tenía hace 40 años al 80 % de su población viviendo en el campo. Esa tendencia cambio radicalmente. Hoy en China más del 60% de la gente vive en ciudades y la emigración se acrecienta. El Perú, con un crecimiento anual promedio de 6,5% en la última década, mantiene la transferencia inexorable de habitantes del campo hacia las ciudades. Esa es la nueva realidad mundial a la que ningún país puede escapar, salvo que se aísle del mundo como Corea del Norte o como en el pasado lo hiciera Albania con el tirano Enver Hoxa que quiso imponer una brutal e irracional autarquía.
 
Los países progresan cuando las ciudades progresan porque en ellas, en su espacio, se realizan las más importantes transacciones económicas, financieras, comerciales, culturales y de servicios. La ciudad es espacio de encuentro, de intercambios, de transacciones de todo tipo. Con la realidad del mercado mundial, la globalización, la revolución tecnológica incesante y su expresión cabal en las comunicaciones y las redes sociales, las ciudades crecen, se fortalecen y en ellas se desenvuelven las más importantes actividades humanas. Hoy existe, incluso, la agricultura urbana. La lucha contra la pobreza en el campo alcanza su más grandes hitos cuando los campesinos se agrupan y forman ciudades para contar con los servicios de la modernidad: agua y desagüe, alumbrado eléctrico, Internet de banda ancha, televisión, radio, cine, centros comerciales, etc., etc.
 
La conformación de ciudades en períodos de tiempo tan breves como una o dos décadas, sin una adecuada planificación y sin que los gobiernos nacionales, los alcaldes o quienes gobiernan las urbes sean estadistas de las ciudades tiene una grave consecuencia: los problemas aumentan, el tránsito se convierte en un calvario, la contaminación genera enfermedades severas, se trafica con las tierras, se eliminan los valles y la violencia se multiplica, desde el claxon brutal hasta los robos y asaltos, además de los accidentes con muertos y heridos. ¿Son conscientes los gobernantes que las ciudades se planifican, se gerencian y proyectan, y que se requiere formular políticas públicas especificas que se apliquen con creatividad, inteligencia y rigor?
 
El crecimiento económico de más de una década ha dado lugar a que las municipalidades cuenten con cada vez más recursos. En 1996 la Municipalidad Provincial de Lima contaba con apenas 230 millones de soles de presupuesto. Hoy ese suma se ha multiplicado por siete. Los problemas se han vuelto más complejos pero las autoridades que llegan a las alcaldías son casi siempre improvisadas pues que ya sea por razones puramente económicas -enormes presupuestos y la posibilidad de la corrupción: el 10 %, 15% y hasta 20%- o por razones puramente “políticas” pero sin ningún tipo de preparación. La mayoría de los alcaldes y funcionarios no son especialistas en ciudades. No tienen la menor idea de lo que deben hacer.
 
Algunos llegan de sus negocios particulares y quieren manejar la municipalidad como su chacra. Otros llegan en búsqueda de trabajo porque estaban en la desocupación. Otros, llegan para iniciar una carrera política y no tienen la menor idea de qué hacer, razón por la cual recurren a la “remodelación” de la Plaza de Armas que les permite obtener dinero rápido y dar la apariencia que están trabajando. Otros son abogados que “se dieron cuenta” que las municipalidades movían mucho dinero y que “allí estaba el negocio” lícito e ilícito. Pocos llegan por vocación, conocimiento, noble deseo de hacer carrera política como gobernantes exitosos capacitados. Algunos se declaran “obsesionados” por Lima y pocos le declaran su amor y dedican su tiempo a impulsar su progreso. Esa ausencia de conceptos, de criterios, de principios y de valores, tiene graves consecuencias: improvisación y lectura simple de las encuestas. El alcalde en problemas entra en trompo en un activismo febril por el que se cierran pistas, calles, se hacen declaraciones públicas que muchas veces no tienen sentido. Todo eso conduce a que las ciudades y sus ciudadanos se estresen y la vida en las ciudades se convierta en un martirio.
 
Lima y sus distritos viven en permanente estrés. El Centro de Miraflores, por ejemplo, está estresado. Todas las maratones y caminatas pasan por Miraflores. Todos los ministerios quieren hacer su feria en el Parque Central. El partido del alcalde gobernante, en cualquier período, trae artesanos provincianos para que expongan en Miraflores y la Feria del Libro no acepta otro lugar que el Parque Central. A todo ello se suman las celebraciones “espontáneas”, las movilizaciones cívicas, las actividades de los clubes, entre tantos otros. La consecuencia es un tránsito endiablado por incapacidad y por intereses políticos momentáneos. La cereza del pastel lo constituye en Lima y sus distritos el cierre de las importantes avenidas los domingos, so pretexto de actividades recreativas, justo el día en el que todos quisieran pasear con sus familias y sentir algo de alivio. El domingo se encuentran con calles cerradas para muy pocos lo que se agrava con las ya señaladas maratones, caminatas, ferias, pasacalles, etc., etc. El vecino protesta pero no es escuchado. Mientras eso sucede, los parques del barrio están vacíos. ¿No sería mejor mejorar lo existente a cerrar autoritariamente las calles? Los alcaldes, con la ley actual, se convierten en caciques, señores feudales -rodeados de pajes y de bufones- que creen que todo lo pueden.
 
Las principales ciudades del país, Lima y sus distritos, requieren estadistas. No se puede seguir improvisando. Las ciudades ya pasaron por el experimento de las “obras”. Eso es elemental. Pero la ciudad que necesita enorme obra física necesita más gobernantes estadistas que improvisados constructores. Las ciudades son su gente que está cansada de que se la utilice y que no se enfrenten los grandes y los pequeños problemas. El que tenga ambiciones políticas tiene que ser un estadista de la ciudad, de lo contrario sucumbirá porque la falta de conceptos, de formación política, la ausencia de verdaderos especialistas en los temas, abre paso a los vacíos de cerebro pero ambiciosos que se presentan como “marketeros”, que convencen a los alcaldes que deben “marketearse” así o asá, sin entender que las ciudades son el fenómeno más importante de la sociedad humana y que lo seguirán siendo en las próximas décadas y que el marketing municipal no tiene nada que ver con sus ridículas improvisaciones.
 
La violencia en sus distintas formas seguirá creciendo mientras los que gobiernan sigan siendo improvisados que antes de llegar al gobierno no entendían nada… al llegar a las alcaldías los ciudadanos comprenden que, efectivamente, éstos no sabían nada… pero no son inimputables. Las ciudades están estresadas y existentes responsables. Es preciso tomar conciencia y empezar un círculo virtuoso con alcaldes estadistas y ciudades amigables.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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