Conócete a ti mismo
sábado, 9 de febrero de 2013 - 39051 vistas
Se valiente. Atrévete a conocerte a ti mismo. Cuando no te conoces no llegas a entender que lo que ves fuera es una proyección de lo que hay dentro de ti mismo, en tu mente, en tu espíritu.
Lo que sientes y dices del mundo y de los demás es en realidad, muchas veces, lo que sientes, piensas y dices de ti mismo. Tu mente está sesgada por lo que aprendiste en tu hogar, en el barrio, en colegio, en los medios de comunicación. Muchas veces en las universidades se carga de "ideologías", prejuicios, a los estudiantes. Esos prejuicios, esos lentes, esos velos, sesgan tu capacidad para conocer y, cuando opinas o en el momento mismo de la percepción, ya estás cegado o ves lo que tú o tu inconsciente quieren ver.
La primera tarea de una persona que desea ser sincera con el mundo, con los demás y consigo mismo, es conocerse. Eso requiere que abras la mente a los demás y desbloquees tus propias barreras, las tires abajo, destruyas los muros que hay en tu mente y que se proyectan y construyen la realidad parametrándola.
Conocerse a sí mismo, es cosa de valientes. El cobarde huye, pone todo tipo de pretextos para evitar enfrentarse al mundo interior en donde ha construido filtros que le impiden ver el mundo tal como realmente es. No quiere ver, no quiere oír, no quiere examinarse. Tiene miedo y no lo supera. Es cómodo no conocerse porque implica la posibilidad de entender y esforzarse por realizar cambias cotidianos. El valiente supera el miedo y mira dentro de sí. La mente se puede controlar. Sabemos que la mente es como un mono que salta de un lado hacia otro. El que se conoce a sí mismo, domina su mente porque la conoce.
No es cobarde el que tiene miedo. Cobarde es el que teme y no enfrenta sus temores. La persona valiente, por eso, vence los temores creados por su propia cobardía, los supera, los derrota y gana en sabiduría. Sólo ti te conoces puedes renacer diariamente y entablar una relación creadora con los demás porque lograrás relaciones más plenas.
El cambio no es decir “a partir de ahora voy a cambiar”. El cambio consiste en abrir la mente y empezar a modificar pequeñas conductas, antiguas costumbres, inexplicables hábitos. Eso requiere mirar dentro de ti. Mejor si cuentas con alguien que te ayude a mirar dentro de ti.
No huyas afirmando que no estás loco y que, por eso, no necesitas que alguien -psicólogo, psiquiatra o algún terapeuta especializado- te ayude a mirar dentro de ti. En algunas comunidades de la Amazonía se cuenta con chamanes y Ayahuasca para realizar el viaje interior. La Ayahuasca te ayuda si cuentas con un buen Chamán, un hombre sabio que te ayuda en el viaje interior.
Cuando no quieres mirar dentro de ti es que no confías en ti mismo. Ese temor hace que intentes no mirar porque al mirar encontraras mucho de bueno y, también, mucho de dolor, sufrimiento y, probablemente, el origen de actitudes y conductas erróneas; miradas sesgadas; agresividad, violencia cuyo origen reside en el rencor.
El conocerte a ti mismo te dará sabiduría porque la premisa para conocer el mundo externo es el conocimiento del mundo interno.
Al conocerte a ti mismo dejarás de victimizarte y de echarle la culpa a los demás de tus errores, tus debilidades, tus cobardías.
Lo más fácil es siempre atribuirles las causas de tus errores o de tus fracasos a los demás. Los peruanos nos independizamos hace ya casi 200 años de España y seguimos atribuyéndoles todos los males, igual que hicimos con los ingleses, los norteamericanos y, últimamente, a los chilenos. Nos hace falta ver dentro de nosotros para aceptar nuestros errores y empezar a corregirlos.
Muchos de los que quieren cambiar el mundo en realidad quieren -o querían- cambiarse a sí mismos porque estaban descontentos pero no lo entendieron y actuaron, por huir de ese conocimiento interior, desataron acciones violentas hacia los demás que causaron dolor, muerte, destrucción. El rencor cuando se une a ideologías de odio se encamina hacia la violencia.
Cuando alguien tiene una obsesión con la idea de gobernar a los demás, es que en realidad quiere gobernarse a sí mismo y no se atreve. Muchos de los “revolucionarios” y de los conservadores radicales, actúan así por miedo. Unos quieren cambiarlo todo radicalmente y otros no quieren cambiar nada. Al reprimir a los demás se reprimen así mismos; al atacar a los demás, se castigan a sí mismos. Muchos “revolucionarios” son autoritarios y buscan imponer su autoritarismo a los demás.
El no conocerse tiene como origen el miedo a ser libre, el miedo a cambiar o el temor a no saber a dónde podrá llevar o conducir esa libertad.
La libertad crea más libertad. ¿Qué es la libertad? Es la capacidad para actuar de acuerdo con las propias convicciones abandonando los poderes fácticos, los poderes establecidos que quieren mandar sobre ti. Ese poder heterónomo, aquello que nos impusieron desde fuera aún antes de nuestro nacimiento o que dejamos que nos impongan otros en nombre de alguna verdad, la de una secta o la de alguien que profesa una ideología mesiánica, salvadora, que posee la verdad ya sea revelada o descubierta por una ideología que se presenta como “ciencia”. Hitler hizo creer que el racismo que profesaba era "científico" y los marxistas afirmaron que ellos poseían la verdad descubierta por la ciencia y que ellos dueños de esa verdad tenían el deber de imponerla en nombre del proletariado, del partido comunista y de la salvación de la humanidad.
Ser libre es ser autónomo, es contar con la capacidad para que tú te gobiernes y que no te gobiernen otros. Ser libre es dejar de ver en otros y en la realidad algo que no existe pero que tú inventas, atribuyes a otros y a la propia realidad. Algunos necesitan crear ídolos aún cuando sean con pies de barro. Por eso los adolescentes y algunos jóvenes siguen a determinadas ideas promovidas por personas que necesitan tener adeptos para cubrir sus inseguridades y su miedo a estar solos. Sí no tienen capacidad de crítica no llegarás muy lejos, vivirás momentos de alegría pero no serás feliz porque se puede vivir momentos alegres siendo absolutamente infeliz pero se puede ser feliz sabiendo que no siempre vas a estar alegre.
“Si la felicidad consistiera en los placeres del cuerpo, llamaríamos felices a los bueyes cuando encuentran algarrobas para comer” (Heráclito). Comer te da satisfacción y alegría pero no te da felicidad salvo que quieras vivir como un buey, como un cerdo o como un canario bien cuidado pero dentro de una jaula. La felicidad es un estado de ánimo basado en la búsqueda de la armonía, no necesariamente en haberla alcanzado. Una actitud que busca la armonía en las cosas te puede ayudar a vivir mejor contigo mismo y con los demás porque nada es blanco o negro. Entre el blanco y el negro hay miles de matices y el mundo puedes verlo desde distintas perspectivas. Pero eso dependerá de ti.
La libertad interior te ayuda a ser más armonioso o a ponerte en camino de la armonía. La búsqueda de la armonía es un estado por el cual estás en capacidad de entender (te) y entender a los demás y hacer (te) las preguntas sobre el mundo y el sentido de tu existencia. No huyas a esas preguntas y no des respuestas tontas y fáciles porque serán respuestas que volverás a hacer (te) y tal vez en condiciones menos favorables.
¿Por qué abdicamos de nuestra libertad y nos ponemos en manos de la verdad que otros dicen poseer o en la verdad que otros te imponen? Los poderes fácticos, los poderes heterónomos, se imponen porque tememos mirar dentro de nosotros y buscamos lo fácil: que alguien nos diga cómo son las cosas. Porque tememos la libertad, tememos conocernos, tememos saber qué encontraremos en nosotros es que nos esclavizamos a ideologías que nos imponen desde fuera.
Por ello, lo primero que debe hacer una persona que quiere vivir la vida en libertad es no temer conocerse así mismo y cuando comience, tendrá que quitarse muchas pieles impuestas, muchos prejuicios, muchas mentiras cómodas que pasan como verdades. Además, podrá librarse de las modas, de los dictados de los que te quieren vender algo, que te imponen una manera de ser, una uniformización que no nos ayuda como seres humanos.
¿Será por eso que Jesús expresó que la verdad nos hace libres? Si omitimos la idea de que la verdad es revelada, ¿no podremos entender mejor esta idea de que la verdad nos hace libres pero como una verdad descubierta por nosotros mismos?
Es fácil seguir repitiendo lo mismo toda la vida. Es aún más fácil agruparse con las personas que piensan igual y, de esa forma, como parte de una manada criticar a los que se atreven a pensar, a romper esquemas esclavizantes.
Atreverse a pensar, a ser libre, es alcanzar la mayoría de edad. Es vivir una vida auténtica.
Cuando te conoces a ti mismo aprendes a comunicar lo que piensas. Pasas por diferentes momentos. Los demás, los que siguen al rebaño, te verán como un “vendido”, “amargado”, un ser complicado, conflictivo. Pero si aprendes a expresarte con inteligencia emocional y con arte -la comunicación asertiva: el arte de manejar tus emociones y comunicar de acuerdo al contexto, al momento, a las circunstancias y utilizando las palabras y las formas adecuadas- podrás lograr que comprendan lo que piensas pero no tienes por qué querer que piensen o actúen como tú.
Atrévete a mirar dentro de ti sin miedo y serás cada día más seguro de ti mismo porque serás más libre. ¿No es mejor una vida plena que una de nuevos esclavos que repiten lo que los otros desean escuchar?
El siglo XXI podrá ser el de la libertad, la consolidación de la democracia, la comunicación humana plena y la comprensión de que todos los humanos somos uno y que lo le afecte a los otros te afecta a ti, porque el ser humano libre es responsable contigo mismo, con los demás seres (los humanos y los otros seres que algunos consideran “inferiores”) y con la naturaleza (la Tierra y todo lo que existe al margen de nosotros, espacio y tiempo en el que estamos instalados). Esa naturaleza, el medio ambiente, el entorno social de la que formamos parte y tenemos que cuidar de la misma forma como nos cuidamos a mostros mismos. Por eso, no es posible entender que haya alguien que diga que cuida el medio ambiente -la naturaleza- maltratando a otros seres humanos a los que les quiere imponer su verdad. El que contamina el medio ambiente político y social mientras dice luchar contra la contaminación ambiental no dice la verdad. El que busca la armonía y busca unir para resolver los problemas tiene una actitud armoniosa. El que se niega a dialogar porque es dueño de la verdad tiene dentro de sí a un dictador. Sólo una persona débil se niega a dialogar. El que dialoga es valiente porque se ha atrevido a mirar dentro de sí y, si lo ha hecho, es humilde porque habrá encontrado que no es dueño de la verdad sino de una actitud más sabia. La sabiduría, entonces, no reside en conocer más sino en escuchar y comprender que sabes poco y que construir una visión de las cosas requiere respetar a todos los seres.
Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com
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