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Oswaldo Carpio

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domingo, 10 de marzo de 2013

Venezuela: ritual totalitario y presidente ilegal

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Venezuela: ritual totalitario y presidente ilegal

Muerte, embalsamamiento y deificación de Hugo Chávez. ¿A dónde va Venezuela?
domingo, 10 de marzo de 2013 - 39057 vistas
Hugo Chávez Frías sembró violencia y división en Venezuela con el apoyo de Cuba, de las FARC, los partidos comunistas y los marxistas-leninistas sobrevivientes de América Latina. Chávez ha pasado de ser un comandante del ejército de lenguaje agresivo, grosero y violento, que persistió en dividir a su país, en un santo superior al Papa y sólo debajo de Jesucristo en el parnaso comunista que han ideado los hermanos Castro, Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Elías Jahua.
 
En la intrincada, espectacular y tele-llorona, liturgia creada por los asesores cubanos en Venezuela, el funeral de Hugo Chávez se convirtió en uno de los más grandes psico-sociales en la historia de América Latina; psico-social que ha servido a varios objetivos: el primero, la juramentación inconstitucional como presidente de la república por Nicolás Maduro, un chófer de autobús cuya principal virtud es su absoluta dependencia de los hermanos Castro (Fidel y Raúl) propietarios- usufructuarios de Cuba y que hoy parasitan el petróleo venezolano. Nicolás Maduro es un presidente ilegal, de facto, porque Hugo Chávez jamás juró el cargo de presidente de la república y, por ende, su designación como vicepresidente por Chávez sin que el propio dictador haya juramentado como presidente es como otorgarle valor, trascendencia y contenido a una hostia sin consagrar, todo ello posible por decisión del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela y el apoyo de la OEA. Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Elías Jaua -la troika que gobierna con los hermanos Castro- y los demás dirigentes chavistas, en su extraña vocación religiosa violaban la Constitución de Venezuela mientras juraban, entre gimoteos, cumplirla.
 
Sin embargo, a sabiendas que Chávez no había juramentado y que Nicolás Maduro no era vicepresidente y que, por ende, su nominación quedaba en el limbo, el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, controlado por el chavismo –de la misma forma como el fuji-montesinismo controló todas las instituciones del Estado peruano vaciándolas de contenido-, resolvió que Hugo Chávez era presidente porque había continuidad en su reelección pues era un presidente en ejercicio y que la designación  por Hugo Chávez de Maduro como vicepresidente, en consecuencia, era también legal. Estos actos inconstitucionales le han permitido tomar juramento ante la muerte de Chávez, asumir la  presidencia de la República frente al mundo entero en pleno velorio. Pocos horas más tarde designó a Jorge Arraza, yerno del difunto Hugo Chávez, como vicepresidente de la república. Un juego de movimientos y un fraude de carácter colosal que las delegaciones diplomáticas del mundo vieron con estupor y otras, por supuesto, con beneplácito. Así es la vida exagerada del “chavismo” y de los Castro desalmados.
 
Nicolás Maduro es, entonces, un presidente de facto y Diosdado Cabello el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela un cómplice cobarde que ha aceptado y avalado esa ilegalidad en aras de la “unidad” impuesta por Cuba. Si Diosdado Cabello hubiese asumido la presidencia como manda la Constitución otra sería la realidad del poder hoy en Venezuela. Lo curioso es que ambos, Maduro y Cabello, tomando con la punta de los dedos el pequeño libro de la Constitución chavista afirmaron respetarla y gobernar con ella porque allí está “la voluntad y el pensamiento de Chávez”.
 
Toda la liturgia creada para ensalzar y endiosar a Hugo Chávez había sido concebida,   planificada y organizada mientras Chávez agonizaba y los detalles finales de la transición y el funeral se aprobaron mientras se encontraba muerto, pues los hermanos Castro en su insaciable necesidad de poder y recursos, tienen bajo su poder a Cuba y a un nuevo país entero. Por eso el secretismo, la desinformación y el psicosocial como estrategia. Venezuela hoy no es un país soberano, es un país intervenido y manejado por los hermanos Castro. Ese es el “nacionalismo” de opereta de la cúpula en el poder.
 
Las “guardias” alrededor del féretro de Chávez, las camisas rojas de siempre, el brazalete alrededor del brazo izquierdo, la réplica de la “espada de Bolívar”, los saludos, los aplausos, las palabras vacías, el lloriqueo, la demagogia barata en el lenguaje paupérrimo propio de un fanático infantil, ajeno a todo concepto de estadista o político ecuánime, conducen a una sola dirección: endiosar a Chávez, deificarlo, convertirlo en el oráculo de los lideres venezolanos. ¿Quiénes pueden hablar con ese semidios e interpretar sus escritos, su pensamiento y su voluntad? Sólo los que estuvieron a su lado, los que lo entendieron, los “leales ciento por ciento”. Es lo que hizo Stalin con Lenin y es lo que pretendió hacer “la Banda de los Cuatro” con Mao-Zedong. Las demagógicas, elementales y odiosas palabras del dictador convertidas en “el pensamiento de Chávez”; sus “sueños” convertidos en doctrina de fe, sus ideas elementales  en doctrina, metas, objetivos y principios “revolucionarios”. ¿Qué es el chavismo? Es la repetición del catecismo comunista más elemental, primitivo y violento, “pensamiento” que no es más que una chanfaina de palabras de Bolívar, Fidel Castro, Marx –o algo de él por la incapacidad de Chávez para estudiar pues su activismo,  voluntarismo mesiánico y sectario se lo impedían-, algunas ideas cristianas, todas ellas envueltas y presentadas durante el funeral en una seudo liturgia católica-latino-caribeña-venezolana.
 
Asunto clave es analizar el lenguaje de Nicolás Maduro que ha realizado una glorificación de tal magnitud que toda la liturgia y las metáforas son un simple calco ensalzado y súper exaltado de las liturgias de cualquier cura fanático de catecismo básico, fanático-religioso de espíritu inquisitorial. Maduro y los hermanos Castro han creado las condiciones para sacar del paraíso a los futuros “traidores” instrumentalizando la idea estalinista de convertir a Chávez en el sucesor ya no de Marx, Lenin sino en el sucesor del propio Jesucristo. Chávez resulta ser, ahora, un discípulo tanto o más sacrificado que Cristo; el hijo de Dios que promovió el amor, la hermandad, el respeto al prójimo es ahora casi un ser inferior mientras que Chávez es el Dios preclaro, un líder universal de profundo equilibrio emocional y no el promotor y actor del odio, la confrontación y la ausencia absoluta de respeto al prójimo, conducta expresada en un tosco, agraviante y grosero lenguaje cuartelero que cultivó contra oposición con la misma devoción que mintió  a su “pueblo” y atacó a los líderes discrepantes  en Venezuela y a los dirigentes de otros países en el mundo.  Recordemos que todo aquel que discrepara de Chávez, ya sea un periodista o un dirigente político o un intelectual, era tildado de “oligárquica”, “imperialista”, “piti-yanqui”, “asesino”, “ladrón”, “burgués” -como si fuera un insulto-, “pro-imperialista”, “traidor”, “demonio” y hasta “mierda” para sólo mencionar algunas de las ofensivas e injuriosas frases de este mílite del odio,  convertido hoy en santo y “líder” del mundo bajo el sacrosanto manto del “socialismo del siglo XXI”, del anticapitalismo y el odio a la democracia “burguesa”.
 
¿Hasta dónde puede llegar el psico-social de la cúpula “chavista”? ¿Van a gobernar así en los próximos años?  ¿Por qué la liturgia comunista de Venezuela pretende convertir a Hugo Chávez en un dios?
 
Porque necesitan sacralizar su pensamiento con el fin instrumentalizarlo para controlar el poder, dominar al pueblo, justificar sus actos, mantenerse unidos controlándose y chantajeándose mutuamente y, sobre todo, aislando y encerrando a la oposición democrática, asfixiándola con el “pensamiento correcto” del Dios-Chávez. En esta metodología en la que existe una verdad y un solo intérprete, ese dueño de la verdad acusará de traidores a los que él considere  necesario en cada circunstancia. A partir de ahora y luego de las elecciones será aún peor, pues toda discrepancia y todo apartamiento de la dictadura de los hermanos Castro será considerada “traición”.  Lo que se quiere es mantener el status quo.
 
La troika venezolana está unido hoy a la sombra de Chávez, vociferando contra los futuros “traidores” porque tiemblan de miedo, por ello el lloriqueo incontenible escenificado ante el mundo. El pánico de Maduro, Cabello, Jaua y demás se refleja en esa necesidad de atacar a los posibles “traidores”, porque cualquier discrepancia que surja será tildada de traición. Se están curando en salud. Si Diosdado Cabello hubiese expresado que lo que hacía Maduro al juramentar como presidente de Venezuela era inconstitucional, el calificativo de “traidor” hubiese caído sobre él. Nicolás Maduro ha ido atando cabos: su esposa, Cila Flores es la Procuradora General de Venezuela; Jorge Arraza, el yerno de Chávez y ministro de Ciencia y Tecnología, el nuevo vicepresidente designado por Maduro. La cúpula sigue anudando lazos para perpetuarse en el poder. ¡Chávez dijo que se quedaba en el poder hasta el 2041!
 
El chantaje, la mutua coacción y el pánico ante las palabras, ante el poder vacío y el vacío de poder los une por ahora.  “La nada anonada” y produce pánico. El temor al vacío los aterra por eso el tono lacrimógeno sostenido. Ahora hablan y actúan intentando esconder el funambulismo. Para evitarlo están los Castro expertos en la manipulación y el manejo del poder.
 
Las palabras y los gestos vacíos de la troika –Maduro, Cabello, Jaua- oculta que se ha abierto un período de crisis para el cual no están preparados porque, además de la crisis política, está la inflación, la inseguridad ciudadana, la crisis económica y todo el desorden creado por Chávez que les empezará a pasar la factura.
 
Los cubanos están allí no para defender los intereses del pueblo venezolano sino para defender los más de 6 mil millones de dólares que reciben y administran los hermanos Castro que son los dueños absolutos de Cuba y que manejan a Venezuela como a una colonia. Si el pueblo de Venezuela recuperara la democracia el efecto dominó haría que todos los demás gobiernos chavistas empiecen a desafiliarse y todo se desmoronaría. Por eso se aferrarán con uñas y dientes.
 
El retroceso hacia delante de la cúpula cubano-chavista pretende ocultar su profunda debilidad estratégica.
 
El funeral de Hugo Chávez ha sido, entonces, una puesta en escena en la que el más ruin es el que lleva la voz cantante; el que besa el ataúd es el más aplaudido; el más rastrero en sus palabras el más felicitado; el más violento es el más respetado. Personajes como Mahmud Ahmadineyad de Irán y el corrupto y dictatorial presidente de Bielorrusia Alexander Lukashenko  -uno de los mayores vendedores de armas del mundo- destacaron por su apego al ritual, adaptándose y cumpliendo el papel de destacadas comparsas.
 
Ver y escuchar con atención la puesta en escena de las cúpulas cubana y venezolana, era como un viaje a Corea del Norte, a la China de Mao y la Revolución Cultural, a los funerales de Lenin y Stalin, o las grandes escenificaciones de Mussolini y Hitler. Sin duda, las cúpulas caribes, conocen y practican el ritual totalitario en el típico estilo de una república caribeña. El llanto de Nicolás Maduro, su insistencia en convertir a Chávez en un patriarca bueno, solidario, honesto, honrado, valiente y amoroso tiene sólo un interés: deificar a Chávez, sustituirlo como Stalin sustituyó a Lenin: como el único intérprete y protagonista. La idea es que Chávez está vivo y su pensamiento está siendo aplicado por Maduro en el que Chávez está “encarnado”, palabra que más usó Maduro.  Chávez en esta transustanciación se ha encarnado en Maduro.
Las alusiones permanentes a los traidores, pues así calificará Maduro a los que se le opongan dentro y fuera de su partido, es premonitoria. Por eso la ceremonia de la entrega de la réplica de la espada de Bolívar que pasó a sus manos y a la que acarició con unción por ambos lados de la hoja y resaltó en forma sutil y amenazante el filo del sable y, por eso, también, la frase de la “mano fuerte del pueblo” con la que pretende gobernar con el apoyo de Cuba y el neo-comunismo caribeño-americano.
 
Pero ¿qué es el chavismo? El chavismo no es nada más que el neo-comunismo impuesto por Chávez y los Castro a Venezuela, país del “océano de petróleo” que el régimen de la isla necesita. El culto al líder, el “culto a la personalidad” intrínseco en las dictaduras del siglo XX lo hemos vuelto a  ver sin necesidad de leer un libro de historia.
 
¿Qué le espera a Venezuela? La continuación del chavismo. El retroceso o la huída hacia delante. La coacción hacia su propia gente, la búsqueda de enemigos o de un gran enemigo para llamar a la unidad contra él;  la acusación a la oposición como causante de todos los males, de sabotaje a la “revolución” y de control y violencia contra la prensa. Venezuela ingresa a una etapa de pronóstico reservado, situación en la que la libertad y la democracia estarán aún más amenazadas y en la que los ciudadanos verán perder el poder adquisitivo por la inflación, la devaluación y la incompetencia en la administración pública. La caída en el precio del petróleo contribuirá a una profunda crisis en Venezuela.
 
La oposición democrática venezolana tendrá que actuar con mucha inteligencia pues los ataques no serán pocos. Mientras tanto, la llamada ”izquierda” Latinoamericana que hasta ahora no es más que una comparsa de las ideas reaccionarias del comunismo tendrá que tomar una decisión: o se suma al alboroto antidemocrático o asume una posición crítica. El chavismo, está claro, no es más que un neo-comunismo con características caribeño-venezolanas desde el sector político y social más atrasado: exagerado, inculto, procaz, alborotado y sin brújula.
 
Las instituciones democráticas del mundo deben estar alertas. En el siglo XXI no se pueden volver a repetir las maldades del siglo XX.  El siglo XXI tiene que ser el de la libertad, la democracia, el desarrollo y el respeto a los derechos cívicos y humanos de los cuales neo-comunismo es enemigo.
 
Las grandes ideas que mueven el mundo de hoy son la democracia, la libertad -de conciencia, de pensamiento, de movilización, de palabra, de elegir y ser elegido, de emprender, de acceder al mercado, de crear riqueza, de inventar, investigar, entre otras-los derechos civiles y humanos, la paz, el cuidado del medio ambiente, el respeto a las minorías, el desarrollo científico y tecnológico, la globalización y la comunicación universal. Eso es todo lo contrario a lo que encarna el neo-comunismo “chavista”.
 
Los pueblos quieren el progreso, no quieren nuevos amos, nuevas ataduras en las que un todopoderoso se convierte en el “gran hermano” que elimina el concepto mismo de libertad para que se cumplan “las leyes de la historia” y, de esta manera facilitar a los seres humanos el camino a la “felicidad” de una nueva sociedad o “socialismo del siglo XXI” en la que luego de no se sabe cuántos siglos de dictadura se llegará a la “sociedad sin clases”. Antes, hay que pasar por “el socialismo bajo la dictadura del proletariado”.  La historia del siglo XX ha demostrado que el comunismo no fue otra cosa que una nueva forma de explotación y opresión, una nueva forma de esclavitud, en la que se impuso el abuso, impune, de los controlaron el Estado. Ese “futuro” no es el que quieren los seres libres. Esa utopía reaccionaria refleja el pasado que jamás debe volver a repetirse.

 

Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com

 

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