Desde un inicio, el tema de la provincialización del distrito de San Juan de Lurigancho (SJL), parecía una de las muchas inquietudes que, desde hace mucho tiempo, pretendieron descentralizar el gobierno local y crear nuevos distritos sin considerar que, es imprescindible analizar la problemática distrital desde varios enfoques y no desde el mero afán de crear feudos que sean manejados por un sector político que hasta la fecha no parece generar planes de gobierno concretos y reales para nuestro desarrollo.
En la memoria y como antecedente queda la pretendida creación de un distrito en la parte alta, del cual se consideraron varios nombres: Mariscal Cáceres, Canto Grande, Pachacutec, etc. Y que son claros indicadores de una carencia, en ese sentido de algo que nos permita seguir integrados como una ciudad. Creemos que un paso importante se dio con la conformación de la Mesa de Concertación para el Desarrollo, un último esfuerzo comunitario que permitió desarrollar una idea de visión distrital y con un valioso aporte construir un plan concertado de desarrollo, identificando ejes estratégicos, algo no superado hasta la actualidad.
Entre los argumentos para convertir a SJL en una provincia de la región Lima, se encuentra el criterio de peso su alto índice poblacional y la obtención de mayores recursos que atiendan sus múltiples problemas por los que atraviesa(2).
Antes de darnos una idea de cómo dividir un territorio de 131.25 km², para obtener, según se demanda, 4 distritos que conformen la nueva provincia, debemos deducir que todo proyecto geo-político debe partir por el reconocimiento de su población hacia su entorno, aspectos bastantes descuidados, ya que no hemos logrado entender qué significa SJL para cada uno de nosotros, peor aún, el poblador piensa solamente en qué distrito le corresponderá vivir sin pensar en si los otros “luriganchinos” tendrán la misma oportunidad de desarrollo. Es decir, una equidad de oportunidad económica para los otros territorios, solo bastaría mirar un mapa de pobreza para darnos cuenta que tal unidad no existe.
De hecho el tema de las identidades es importante, pues siendo vecinos de un mismo espacio, nos conocemos o identificamos por el término barrial, ejemplo: Yo soy de Zárate, cantograndino, mangomarquino, comunero, etc. La falta de una expresión unificadora, como decir chalaco, limeño, miraflorino, etc., hace difícil lograr esa identificación.
Aunque este tema parezca poco relevante, es fundamental para plantear el criterio de un territorio, es más deberíamos desarrollar el aspecto cultural enfocando a fortalecer la identidad distrital para, por consenso, trabajar el proyecto de desarrollo territorial. Pocos pobladores saben las desventajas de propuestas como estas, que a la larga truncan criterios de unidad territorial. Personalmente no me convence, la dinámica que Lima busca es la de trabajar en mancomunidades, distritos que se agrupan para fortalecer sus propios procesos y con una identidad histórica, es el caso de la Mancomunidad Norte que agrupa distritos como Independencia, Los Olivos, Comas, Carabayllo, etc., o lo que viene sucediendo en el sur y al este de Lima.
SJL se encuentra dentro de un territorio específico, por ello, como lo fundamenta el historiador Juan Fernández Valle (3), decimos que es una unidad territorial o geográfica ya que compartimos la quebrada Canto Grande como el espacio donde desarrollamos nuestra vida. Tenemos un proceso histórico común que se inició hace 9000 años, son nuestros ancestros quienes le dieron nombre a este suelo y su proceso histórico definió su actual nombre, a eso le llamamos unidad histórica.
Es una unidad política porque sobre la base de los anteriores criterios se concretó su creación como distrito y su peso poblacional lo hace trascendental en la determinación de los procesos democráticos del país.
Sin embargo, existen algunos aspectos que no son homogéneos, por ejemplo el carácter multiétnico y pluricultural de su población y la dinámica económica productiva que aquí se desarrolla, desde la pequeña empresa familiar hasta las grandes industrias que exportan sus productos al extranjero, estas diferencias no son debilidades por el contrario son fortalezas que se han observado desde múltiples estudios situacionales. Creemos que para generar una idea de identidad distrital debemos observar tres factores:
1. Los antecedentes históricos del territorio.
2. La dinámica cultural de la población.
3. Su visión generalizada de desarrollo.
El primero se encarga de fundamentar nuestros orígenes históricos y nos permite construir una historia común que nos diferencia de otros pueblos. En ese sentido, si se trata de negar la presencia de Huarochiri, por qué existe una propuesta de distrito como la de “Villa San Antonio”, que sentido o peso histórico tendría “Los Nogales”, “Los Jazmines”, así de débiles y poco ingeniosas son las propuestas de nombres para los futuros distrito. Se han puesto a pensar en el gentilicio de nuestros futuros provincianos: “Yo soy nogalino”, “Yo soy jazmino”. ¿Dónde queda el reconocimiento del pueblito de Lurigancho como centro histórico?.
El segundo criterio nos accede a reconocer nuestra herencia cultural y a generar tolerancia y reconocimiento por las diferencias, para ello la educación tiene una vital labor en eliminar o disminuir el desarraigo cultural que se genera en nuestros jóvenes por el bombardeo constante de otros patrones culturales que se imponen con la globalización, por ello, generar una educación contextualizada a la realidad distrital contribuiría mucho en éste propósito. Sin duda el reconocimiento a esta riqueza cultural debería ser, la nueva identidad del distrito, la diversidad como bandera.
En tercer término, el poblador debería ser consiente que nuestro progreso parte desde ejes temáticos que se obtienen de diagnósticos a nuestra realidad, considerando la amplia gama de recursos que disponemos para ello, construir su evolución desde proyectos reales, precisos que atiendan de manera sostenible cada avance que se logre. Hoy en día el criterio en Lima, no va por crear más espacio, nuevos distritos; va por el enfoque de integración por comunidades, es decir la visión integradora de los conos. En este caso, ¿Cuál sería la dinámica social, económica de cada posible distrito?, ¿los alcaldes tendría un visión en común?, yo lo dudo.
Sinceramente al tema de la provincialización lo veo como el resultado de la incapacidad de formular propuestas reales manejadas por el apetito de quienes desean gobernarla y buscan en viejas fórmulas alentadas por el APRA y el FUJIMORISMO un proyecto político que nos va a costar caro.
Alguien asumirá los gastos cuando cada vecino tenga que cambiar su DNI, su registro ante la SUNAT y cualquier otro trámite que borre de nuestra historia territorial el haber sido un distrito de Lima. Todo eso es costosísimo. Es patético escuchar a un alcalde decir que apoya la provincialización porque nos faltan recursos, SJL, recibe 164 millones y solo gastó el 58%, es resto se devuelve y por esa incapacidad de gestionar nuestros recursos, sencillamente se nos recorta los fondos. Cuatro distritos con autoridades así, sencillamente sería un caos.
Dejemos de ser el experimento para el apetito político irresponsable de algunos, me imagino que desde otros enfoques también nos daremos cuenta de lo absurdo y costoso que resultaría caer en este juego.
Fig. 1: Mapa de la quebrada Canto Grande (Según INEI, 1993)
Fig. 2: Un gran esfuerzo en estructurar el desarrollo sostenido, lo planteó la Mesa de Concertación y Lucha contra la Pobreza, un reconocido esfuerzo por estructura la identidad social, cultural y política del distrito.
Fig. 3: En nuestro distrito se expresan múltiples manifestaciones ancestrales y modernas, características que le otorgan un matiz peculiar a su población
(1) Fragmento del documento escrito para el “Taller de la Provincialización del Distrito de San Juan de Lurigancho” Municipalidad de SJL, noviembre del 2006 (revisado y aumentado el mes de octubre 2016).
(2) Puede revisar el interesante artículo de Elmer García Álamo. “Otras miradas sobre la “provincialización” de SJL”, en: La voz del cooperativismo en SJL. Boletín Nº 13, paginas 6-7. (Diciembre 2006)
(3) “Mas que un distrito político, es una unidad histórica y geográfica. Histórica, por la constante presencia del hombre desde lejanos tiempos prehispánicos hasta la actualidad; geográfica, por ser una unidad perfectamente delimitada por cerros y el Río Rímac, abarcando hoy alrededor de 131.25 Km2.” En: Historia del Distrito de San Juan de Lurigancho, Juan Fernández Valle, 1997. p.9.
