Alcaldes que aspiran a la reelección
miércoles, 29 de abril de 2009 - 44457 vistas
En Lima y en el país, la mayoría de los alcaldes aspira a la reelección, deseo que coincide en algunos casos con el de sus vecinos. En otros, la reelección siembra dudas; en otros casos, simplemente rechazo tajante, una sonrisa o una interjección subida de tono: la reelección va de la mano con la calidad de la gestión.
Muy pocos son los malos alcaldes, aquellos que no tenían idea de qué es gobernar. Desde fuera, se piensa que gobernar es fácil, que es un asunto en el que hay que tener solamente sentido común. Pero, la realidad de un país medianamente desarrollado y con tan diversas necesidades no satisfechas, echa por los suelos la idea de que es fácil gobernar.
Gobernar es ciencia, pasión y arte. Requiere de equipos, de técnicos, de políticos duchos en el arte de gobernar. El mundo actual es, además y sobre todo, comunicación, entendida como un concepto que incorpora la idea del diálogo, la búsqueda de consensos razonables. Se trata de escuchar a los regidores, a los funcionarios, pero, especialmente, a los vecinos. Si alguien aspira a la reelección que escuche a sus vecinos. El gobernante debe tener oídos grandes, ojos grandes y lengua corta. Se trata de escuchar y tratar de entender. Comunicar no es sólo poner carteles de las obras que se realizan o aparecer con frecuencia en la televisión (lo que es necesario). Comunicar es establecer vínculos con los ciudadanos-vecinos con el fin de incorporar sus necesidades y sus sueños, a los actos mismos del Gobierno.
En el régimen municipal colombiano, la reelección inmediata no existe. Se elige al alcalde por un periodo de tres años y si quiere aspirar a la reelección debe esperar tres años, volver a postular y ganar las elecciones. Este régimen tiene una virtud: el nuevo alcalde, no tendrá tiempo para experimentos y continuará lo bueno dejado por el anterior, incorporando sus propias políticas, pero sin negar lo bueno del anterior. Continuar buenas políticas de Estado, programas e inversiones estratégicas, fue indispensable para transformar Bogotá, una ciudad que realmente cambió. En el régimen municipal colombiano, los alcaldes reconocen la labor del anterior, le dan un sello nuevo a su gobierno, pero sin rechazar, negar o exagerar en la negación del otro. Esta es una lección para los alcaldes de nuestro país, que muchas veces niegan la buena labor del anterior, intentando negar lo evidente.
Tanto como el Gobierno Nacional, los Gobiernos Locales cuentan con políticas, programas, estrategias invariables que permiten pensar en el largo plazo. Inventar el agua tibia cada cuatro años es una mala recomendación.
¿Buscarán algunos alcaldes una tercera elección? Como se ha comprobado, cuando hay un buen alcalde los vecinos votan por él, salvo que haya cometido algún error grave o se descubra algo no transparente que siembre dudas en el ciudadano. En el caso de Lima y otras ciudades del país, los cambios requieren tiempo, y para eso se requiere un liderazgo fuerte, un equipo buen equipo humano y un buen plan de gobierno. Sin embargo, permanecer en el mismo cargo genera, en algunas autoridades, desgaste, tedio, aburrimiento y cansancio. El que tiene verdadera vocación política siempre aspira a una responsabilidad mayor. Por ello, es recomendable no ejercer tanto tiempo el mismo cargo, pues se generan las condiciones para una gestión mediocre y el consiguiente rechazo ciudadano.
Lo recomendable es una reelección. Hasta el año 1995, los alcaldes fueron votados para gobernar durante tres años. A partir de las elecciones del año 1998, el gobierno municipal fue de cuatro años para darle tiempo a la autoridad a terminar sus obras. Ocho años al frente de una alcaldía son más que suficientes. Aspirar a una tercera elección es un error. Doce años en el gobierno municipal no auguran buenos resultados. El cambio en la vida y en la democracia es necesario. Los griegos para gobernar la polis, sorteaban entre los ciudadanos la tarea de gobernarla. Todos buscaban servir. No había reelección. Es preciso aprender de los viejos sabios, pues los seres humanos tendemos a hacer hábitos, formar grupos y aspiramos a continuar, contrariando el sentido común y la voluntad ciudadana que ejercida libremente, pone las cosas en su lugar.
Escrito por: Oswaldo Carpio para SanJuandeLurigancho.com
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